Atrévanse a saber y a actuar

Atrévase a saber (Sapere aude, en latín) es un viejo dicho filosófico, un desafío a la humanidad de cada uno, atrévase cada uno de nosotros a reconocer la realidad tal como es y a tratar de transformarla en cosa mejor. Eso, que es un mandato para cualquiera que pretenda vivir de manera consciente, le iría magnífico al Gobierno ecuatoriano en el caso de la matanza intangible dada en la selva hace apenas un mes.

¿Se atreverá el Gobierno?... a saber. Es decir, a reconocer lo que todo el mundo conoce en Coca y sus cercanías, lo que los waorani no solamente se cuentan entre sí, sino incluso se pasan en fotos y videos terribles. Si se atreve, no le encargue el caso al último de la fila en la escala de fiscales y, además, sin medios para que no llegue a parte alguna. No quieran convertir la más terrible matanza de mujeres y niños del país en una burla. Atrévase a reconocer la realidad. La matanza se ha dado y fue terrible. No persiga a los que dicen la verdad, no amenace a quienes, como el Presidente de la organización waorani, tienen la entereza de mantener lo que saben muy bien todos ellos. No envíen al Vicariato de Aguarico mensajes terminantes, ¡exigiendo las lanzas que mataron a Mons. Alejandro y la Hna. Inés hace más de 25 años! ¿A qué viene eso ahora? ¿Simplemente buscan agraviar o atemorizar a quienes reclaman? ¿Es que piensan comenzar la investigación desde entonces? ¡Pero si no han resuelto nada sobre los muertos de 2009, y a la evidente masacre de ahora la siguen llamando presunta! ¿Se atreverá el Gobierno?... a confesar que esos grupos ocultos son, de forma particular, sus protegidos. Que, por consiguiente, el Gobierno es el garante de su vida, cosa en la que ha fallado lamentablemente. Por la misma razón de que son sus específicos protegidos, debe responder como fiador de sus actos y, entonces, debe asegurar la protección de los vecinos y la justa indemnización de cualquier daño. Cosa que tampoco ha hecho.

¿Se atreverá el Gobierno?... de una vez por todas, a reconocer que no se trata de un caso fiscal al uso, sino de un grave problema de manejo político. A confesar lo evidente de la irrealidad de la Zona Intangible tal como está diseñada. Que esa casa atacada en marzo y sus habitantes exterminados (más las dos niñas raptadas) estaba fuera de esa Zona. Que, por consiguiente, hay aspectos en los que la presunta (esta sí presunta) Política de Pueblos Sin Contacto, está superada por la terca realidad. Atrévanse a no sacar a licitación u operación campos petroleros claramente en las cercanías de esos grupos ocultos. A poner un poco de orden entre funcionarios de distintos Ministerios que apenas parecen ponerse de acuerdo sobre ese complejo teatro de los hechos reales.

¿Nos atreveremos todos a preocuparnos por una situación tan grave y dolorosa como la supervivencia de esos grupos ocultos, dándole siquiera parecido rango y emoción al de un cóndor abatido, o una tortuga de Galápagos?

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