De acuerdo con las declaraciones de la ministra de Defensa, María Fernanda Espinosa, la calma ha vuelto a Fuerzas Armadas. El revuelo que causó la dimisión de dos generales del Ejército por el ascenso de tres coroneles que aparentemente “no tuvieron los méritos para hacerlo” ha sido superado.
Sin embargo, la calma no regresa por las declaraciones de una Ministra, por la suspensión temporal de las renuncias de generales, por la decisión de un Consejo Supremo, por la amenaza de juicio a los medios que han dado cobertura del tema o por la intención del Gobierno de aprobar en la Asamblea Nacional un proyecto de reforma a la Ley de Personal de las Fuerzas Armadas.
La tranquilidad regresa cuando el proceso de calificación y de ascensos se hace cumpliendo estrictamente los reglamentos y no intervienen consideraciones de tipo personal, político o de cualquier índole. En el caso de los tres coroneles del Ejército, estos no fueron calificados por el Consejo de Generales. Luego de lo cual apelaron esta decisión. Su calificación pasó a la instancia máxima definida para ello que es el Consejo Supremo, conformado por los representantes o autoridades máximas del Comando Conjunto, de las tres fuerzas y del Ministerio de Defensa. Allí la decisión fue diferente: aceptar la petición de los tres coroneles.
De ahí surge el malestar interno y el hecho de la salida de los generales Marco Vera Ríos y Fabián Narváez. El general Vera, comandante general del Ejército, manifestó su inconformidad señalando que su salida se debía a la decisión del Consejo Supremo de Fuerzas Armadas respecto a la apelación de tres coroneles en su proceso de calificación previo al ascenso. El segundo, el general Narváez, quien se desempeñaba como Inspector General del Ejército, aunque pidió su disponibilidad por motivos personales, es claro que su decisión estuvo relacionada con el ascenso de los oficiales en mención.
¿Quién tiene la razón? No tengo argumentos para afirmar que la postura del Consejo Supremo ha sido la más acertada frente a la tomada por el Consejo de Generales. Sin embargo, es importante mencionar que en FfF.AA., como en ninguna otra institución, deberían primar los méritos en lugar de los favoritismos.
Los ascensos se fundamentan en los méritos que han sido logrados luego de una prolongada carrera militar y el desempeño conseguido a nivel de estudios, disciplina y cumplimiento de las normas. Al momento que esto no es así, se produce descontento, división y conflicto.
Por ello es fundamental que en los procesos de calificación previos al ascenso de oficiales se reduzcan al máximo los niveles de subjetividad y estos se hagan de manera justa y ponderada. Lo peor que puede hacerse es que esto tienda a politizarse, ya que afectaría gravemente los principios fundamentales de Fuerzas Armadas y la supervivencia del Estado.