En su enlace ciudadano de diciembre 10, el Presidente Correa reconoció que para la rehabilitación de la refinería de Esmeraldas, el exgerente de Petroecuador, que había sido alguien de su confianza, pidió coimas, y como explicación dijo que “en arca abierta el justo peca”.
En efecto, es así, pero cabe preguntar por qué estuvo abierta el arca. Hay varias razones: la opacidad en la contratación pública, la falta de independencia de los organismos de control y la ley mordaza.
Las coimas en Petroecuador eran vox populi desde mucho antes, pero muy pocos en el país estaban dispuestos a denunciarlas. Fernando Villavicencio, que este gobierno envió a la insolvencia y quien nuevamente está prófugo, es una excepción. El silencio se resquebraja con los papeles de Panamá.
Resquebraja, no rompe, porque si bien el Presidente acepta que hubo coimas, niega que hubo sobreprecio. Pero, ¿De dónde puede salir el dinero de la coima, a no ser que el contrato arroje utilidades extraordinarias? La refinería costó USD 1 200 millones, según versión oficial, cifra varias veces superior al presupuesto inicial. Lo que se ha logrado es recuperarla al nivel operativo de hace quince años, pero no hay una reconversión que permita el más eficiente procesamiento del crudo, que hoy es más pesado y viscoso que aquel para el cual se diseñó la refinería.
Hubo denuncias en medios, destacándose la del diario La Hora de agosto 2012 por contrataciones de Odebrecht. Inmediatamente le cayeron encima a La Hora el entonces Ministro de Sectores Estratégicos Jorge Glas y el Secretario de Información Fernando Alvarado (el video circula en redes sociales).
Hoy, debido a un juicio en EE.UU., tenemos confesión de Odebrecht que por problemas que tuvo entre 2007 y 2008, para superarlos pagó después coimas directamente a un funcionario del gobierno nacional con control sobre la contratación pública.
Eso no es todo. Odebrecht informa que las coimas pagadas a funcionarios entre 2007 y 2016 suman USD 33.5 millones. En el mismo período las operaciones en el país le generaron USD 110 millones de utilidades.
Fue muchísimo lo que pago en coimas, la cuarta parte de las ganancias. Pero eso permitió que la rentabilidad de las obras realizada sea extraordinaria. No hay coima sin sobreprecio.
La denuncia de La Hora fue certera, y las autoridades en lugar de investigar, taparon.
¿Dónde estuvieron el Fiscal, el Contralor?
Dos investigaciones internacionales destapan sendos casos de corrupción en contratación pública. De haber transparencia en la contratación, prensa libre, fiscal y contralor independientes, no habría arca a cielo abierto.
Habría corrupción, siempre la ha habido, pero no de la dimensión colosal que los periodistas internacionales y la fiscalía estadounidense han destapado.