A veces la historia no significa nada para quien no la entiende. Los casos de Vietnam y Somalia parecen estar perdidos en el inconsciente colectivo del Gobierno de los Estados Unidos. Y, como siempre, las consecuencias cada vez son más graves. Después de su derrota y salida de Iraq, Afganistán se ha convertido en el nuevo escenario de desastre, el nuevo “Apocalipsis Now” que puso en evidencia Francis Ford Coppola sobre la guerra en Vietnam.
Tras 10 años de guerra e intervención, Washington ya ni siquiera puede explicar por qué sigue ahí, ni tampoco por qué sus propios soldados violan sistemáticamente los derechos que supuestamente fueron a defender. Y no se trata de hechos aislados. En febrero, soldados de la OTAN quemaron varios ejemplares del Corán –libro sagrado de los musulmanes- provocando la ira de miles de afganos, incluso de aquellos que trabajaron por años en sus bases. Los afganos están cansados de todas las muertes colaterales causadas por la guerra, de civiles ajusticiados en la línea de fuego, ya sea por los talibanes o por las tropas de la OTAN. Pero nada como la matanza perpetrada por un soldado estadounidense a 16 personas en Kandahar, mujeres y niños incluidos. Es como la gota que derramó el vaso. Miles de afganos ahora demandan la salida de todas las tropas. Incluso en EE.UU., el 60% de personas cree que las dos guerras no justifican ni la pérdida de dinero o vidas humanas. Lo que es más significativo, uno de cada tres soldados estadounidenses que han servido en Iraq o Afganistán creen que la guerra no ha servido para nada.
Esta semana en que Barack Obama y el primer ministro británico David Cameron se reunieron en Washington (se creía para hacer un anuncio significativo sobre este tema) sólo insistieron en más de lo mismo: que todo marcha bien en Afganistán y que las tropas se quedarán hasta la fecha prevista: 2014. Lástima que civiles y soldados tengan mucho más sentido común que los políticos que los gobiernan.
Hay algunas explicaciones para tanta necedad sobre un tema tan importante. En el caso de Barack Obama es la cercanía de las elecciones y la presión fundamentalista de los republicanos. En el caso del Reino Unido es su obsesión de atar su destino al de EE.UU. Y en los demás -la Liga Árabe y Europa- es absoluta desidia.
Objetivamente no hay condiciones para que la OTAN o EE.UU. sigan en Afganistán. No es ya soportable para los afganos ni los está ayudando a superar la amenaza talibán. Todo lo contrario, en poco tiempo habrá más voluntarios para la lucha antioccidental y las condiciones mínimas de subsistencia habrán empeorado. Lo realista para Obama es pasar las elecciones y anunciar una retirada anticipada en el 2013. Si EE.UU. no lo hace, no solo pondrá en juego su credibilidad sino también su estrategia antiterrotista. Si no lo hace por los afganos, al menos que lo hagan por su propio interés nacional.