Columnista invitado
No me refiero a la apertura al diálogo con sectores opositores al gobierno anterior ni a las decisiones contrarias a las sostenidas por la administración de Correa, actitudes presidenciales favorables sin duda alguna, sino a la apertura económica, es decir, a la inserción del Ecuador en el concierto internacional. Como antecedente, esa fue la ruta seguida por países como Singapur o China en el Asia, o Chile y Perú en América de Sur. Por concepto, un país pequeño en la órbita mundial y de gran dependencia externa, como el Ecuador, no podrá alcanzar un programa económico exitoso sin el componente de la apertura externa. La búsqueda de firmar acuerdos internacionales de comercio, la recuperación del serio deterioro de la imagen internacional después de estos 10 años de alejamiento externo, la recuperación de la institucionalidad del servicio exterior, no son solo decisiones importantes y urgentes, sino vitales.
¿Cómo puede ser que el Ecuador siga con el segundo riesgo más alto de la región después de Venezuela? ¿Qué opciones de progreso tendremos con la menor inversión extranjera de la región e igualmente luego de Venezuela? ¿Cómo podemos aceptar que el país deba pagar el 10% de interés anual para conseguir financiamiento externo cuando otros países lo hacen a menos de la mitad de ese costo?
Se requiere bajar el costo de producción en el Ecuador para poder exportar más. Se ha hecho un país caro con serias dificultades de competir internacionalmente. Elevadas tarifas de energía eléctrica a pesar de tanta alharaca de las hidroeléctricas que supuestamente iban a abaratar el costo de la electricidad, un esquema laboral obsoleto que lejos de proteger al trabajador entorpece la contratación de personal, costos financieros altos por el elevado riesgo país y por la falta de banca internacional en el mercado ecuatoriano, impuestos nocivos para producir como el anticipo de impuesto a la renta y el impuesto a la salida de divisas y, aranceles excesivamente altos en insumos y materias primas.
El inversionista nacional y extranjero es muy difícil que arriesgue su capital en un país de cambios tributarios permanentes o en una nación sin independencia de poderes, con una justicia amordazada por el Ejecutivo. Si a esto se suma un país sin una posición clara y definida frente a naciones donde el gobierno persigue y asesina ciudadanos, caso de Venezuela, la imagen internacional es aún peor.
Hay mucho por hacer, pero es inaplazable que el nuevo gobierno tenga como agenda prioritaria la recuperación de la imagen externa de Ecuador. Los países que progresan, se desarrollan y sacan a su gente de la pobreza, son aquellos que se abren al mundo, compiten, respetan derechos ciudadanos, fortalecen la democracia, mantienen posiciones definidas frente a crisis internacionales y manejan adecuadas relaciones externas.