AP: ¿el fin de una moda?

En 1994 se vendieron 30 000 pares de zapatos de un modelo clásico en Estados Unidos; en 1995 la cifra ascendió a 430 000 pares; el año siguiente las ventas se cuadruplicaron y el subsiguiente fueron aún mayores. Ahora muchos ya ni nos acordamos del diseño de ese calzado.

El periodista Malcolm Gladwell relata esta anécdota en su libro 'The Tipping Point', en el cual explica qué factores hacen que ciertas ideas, productos o conductas de repente ganen o pierdan dramáticamente popularidad.

A ratos nos encontramos con cosas que parecen destinadas a durar para siempre y a ganar cada vez más espacio en la sociedad, pero los hechos desmienten esa impresión. Estas 'epidemias sociales', como las llama Gladwell, se comportan como tsunamis: inundan violentamente un territorio hasta que su caudal vuelve a bajar.

Un caso que Gladwell cuenta en su libro es el aumento dramático de la delincuencia en Nueva York en la década de los ochenta y su inesperada y abrupta disminución en los noventa. Lo curioso, según el relato del periodista canadiense, es que la delincuencia no cayó porque la economía se recuperó o porque se contrajo el grupo etario más propenso a participar en actividades delictivas, sino porque la Policía se concentró en castigar diligentemente las infracciones de poca monta, como la evasión de la tarifa del metro o los grafitis.

Las autoridades identificaron que la delincuencia era el resultado, en gran medida, del entorno. Es la famosa teoría de las ventanas rotas, como explica el autor: "Si una ventana está rota y no la reparan, la gente que camina por ahí va a concluir que nadie se preocupa y que nadie está a cargo. Pronto, más ventanas estarán rotas y la sensación de anarquía se difundirá del edificio a la calle, y enviará una señal de que cualquier cosa es permitida". Por eso, al no tolerar infracciones en apariencia tan insignificantes como los grafitis en los vagones o la evasión del pago de la tarifa, la fuerza pública arrancó de cuajo la idea de que todo vale.

Resulta que el primer 'revés' electoral de Alianza País no sucedió en medio de una crisis económica o de un escándalo de corrupción, sino que parecería que fue causado por factores aparentemente de forma, como la sumisión del Alcalde de la capital al Presidente de la República. El caso revela justamente cómo detalles pequeños pueden tener efectos inesperados.

Gladwell también explica la influencia de actores clave en la propagación de contagios. En ese sentido, no sería descabellado suponer que el repentino y marcado viraje en la intención del voto en Quito influyó en las preferencias de otras ciudades.

En todo caso, lo más trascendente del 23-F fue la constatación de que esa epidemia verde que parecía eterna no lo es. De ahora en adelante ni los gobiernistas se comportarán como si fueran imbatibles ni los opositores como si ya estuvieran derrotados. Ese es un cambio.

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