Apenas llegó, el papa Francisco se quedó sin solideo -gorrita o boina- por culpa del viento que sopla en Tababela. Fue su único minisusto.
“Estoy en mi casa, San Francisco de Quito”, dijo y adelante. Todo funcionó bien en la capital y en Guayaquil, de manera especial en los parques Samanes y Bicentenario. La visita fue un éxito y queda grabada para el recuerdo. Desde el domingo 5 hasta el miércoles 8 constatamos que la Iglesia Católica tiene un gran personaje en el Vaticano. Claro, el che Jorge Bergoglio funciona con calidad y simpatía. Además, no se anda por las ramas y usa su diplomacia internacionalmente, sea para dar un aporte en favor de la paz en el Medio Oriente o por una nueva relación entre Washington y La Habana.
En su anecdotario consta que menospreció los excesos de seguridad cuando visitó sitios tan delicados como el Jerusalén judío, el Belén palestino o el Amán jordano. También que recibió en su despacho las visitas de los gobernantes de Estados Unidos y de Cuba. Con Obama conversó durante 50 minutos y luego dijeron que la charla había sido grata y fructífera. Un vocero anotó que trataron temas relacionados con un nuevo orden universal y una revista humorística italiana preguntó: ¿cuál será el anticristo, Francisco u Obama? En septiembre, el Papa estará en La Habana y en Washington y escuchará voces de agradecimiento por su aporte para la nueva relación entre los dos países.
En el Ecuador movió multitudes y se hizo querer de todos por su gesto dulce, por su seriedad salpicada con notas de humor, por sus muestras de cariño a los pobres, a los niños, a los ancianos. Por sus llamamientos a la solidaridad familiar, a la unidad, a un diálogo sin exclusiones. Por sus bendiciones desde el papamóvil. Evitó, obviamente, alusiones políticas, más aún cuando muchos ponían atención en busca de algún punto sospechoso en esa materia. Solamente una frase originó dos interpretaciones. Fue cuando el Papa mencionó que “el pueblo se ha puesto de pie con dignidad”. Durante una entrevista en la CNN, el presidente Correa dijo que fue un reconocimiento a los aportes de la revolución ciudadana, mientras el opositor Andrés Páez sostuvo que esa frase fue una referencia a las marchas antigubernamentales.
Durante la visita funcionó una virtual tregua, aunque no faltó la pregunta de un periodista extranjero sobre la posibilidad de una mediación papal, perspectiva que fue prontamente desechada con la afirmación presidencial de que mantiene un alto porcentaje de aceptación popular. Pronto volvieron, lamentablemente, las confrontaciones y el ambiente de provocación y adversidad.
Fue grata, en medio de todo, la invitación formulada por el aliancismo de Pichincha para un diálogo abierto, amplio, sin restricciones, sin condicionamientos, con todos los sectores políticos, gremiales, organizaciones sociales y con los grupos económicos y empresariales de la provincia. Algo que al papa Francisco le hubiera gustado porque habló en favor de un diálogo positivo, como el convocado por el Consejo Provincial de Pichincha con su jefe Gustavo Baroja.
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