Un amigo me envió en estos días interesantes documentos sobre el ex presidente Galo Plaza Lasso, que protagonizó uno de los períodos más estables en la accidentada historia política del Ecuador.
Fue duramente criticado y combatido por varios sectores del periodismo, especialmente los más radicales de izquierda y del populismo que veían en él un aliado de los Estados Unidos y un obstáculo para el advenimiento de la revolución.
Uno de esos documentos trae a la memoria las duras críticas y los ataques que Carlos Guevara Moreno, lanzaba contra él en aquel entonces Presidente de la República. Guevara Moreno, hoy injustamente olvidado, fue un lúcido intelectual y un político de enorme capacidad que al sostener que la revolución no llegaría jamás al poder por las ortodoxas vías del marxismo, creó el primer movimiento auténticamente popular del país: Concentración de Fuerzas Populares, el famoso CFP del siglo pasado.
Un día llegó al despacho presidencial uno de los cercanos colaboradores de Galo PlazaLasso a contarle eufórico que la revista Momento, dirigida por Carlos Guevara Moreno, en donde se hacía una fuerte oposición al Régimen, dejaría de circular porque se habían quedado sin papel.
Ante el asombro de algunos de sus colaboradores y sobre todo del portador de la noticia, Plaza dispuso que inmediatamente enviaran en calidad de préstamo, suficiente papel a la revista para que pudiera imprimirse y circular.
El ex Presidente además de ser un demócrata convencido, que obraba como pensaba-cosa poco frecuente en la política- sabía que una prensa libre no solamente era necesaria para el país en su conjunto sino especialmente para el Gobierno, pues al criticar y señalar los errores, mostraba a los mandatarios unas realidades que frecuentemente les eran ocultadas por los círculos íntimos de poder.
Quizáél intuyó algo que ha sido bastante frecuente en la política no solamente de nuestro país sino del mundo entero y que consiste en que los círculos íntimos que rodean a los gobernantes y que por lo general forman una guardia pretoriana en torno de los jefes de Estado, se encargan de filtrarles la información que les conviene para que el jefe sepa solamente las buenas noticias y crea que todo marcha perfectamente.
Una prensa libre es buena no solamente para el país en su conjunto. Es buena para los gobernantes nacionales y autoridades locales, pues les permite conocer los errores y las desviaciones de sus colaboradores.
Ser criticado es parte consustancial del poder aun cuando las críticas no gusten a la mayoría y menos aún a los poderosos ni a sus acólitos.