Hace un poco más de un siglo, allá por 1926, Quito se divertía con dos compañías de comedias y variedades que hacían de las suyas en el Teatro Sucre, con sus artistas, entre los cuales brillaban Marina Moncayo -la primera actriz-; Marco Barahona, gran actor dramático; Jorge Icaza, actor y novelista; Jorge Araujo Chiriboga; Olimpia Gómez; Marina Gozembach; y varios más, igualmente muy aplaudidos.
La sorpresa del año fue el nacimiento de la Compañía de Comedias y Variedades, bajo la dirección del profesor y músico Rafael Ramos Albuja y con la presencia de las nuevas artistas y cantantes Carlota e Inés Jaramillo Jaramillo y otros personajes del teatro. Lo inesperado fue la aparición en escena del Piñufla Pérez, un veinteañero que cantaba “la bayadera” y se mandaba buenos chistes en el acto de variedades. En el escenario presentaba la imagen del hombre feliz.
Pero no sucedía algo igual con su familia. ¿Artista? ¡Qué descrédito para nosotros, los Pérez Lasso Chiriboga Zaldumbide Fernández Salvador!, dijo la tía Clemencia. ¿Artista cómico? Jamás iré a verle. Tenía que ser el Alfredito, siempre tan divertido. Hasta se ha cambiado de nombre. Ya no es el Alfredo Pérez Chiriboga sino el Piñufla Pérez, cantante y chistoso. Menos mal que la prima Eulalia bajó el tono, argumentando “no hay nada malo en ser artista, querida prima Clemencia. Además, acuérdate que los Pérez Chiriboga no somos tan ricos como antes y tal vez resulta bueno tener un artista y cantante en la familia para que no nos digan aristócratas y oligarcas”. La respuesta de doña Clemencia fue tajante. “Este tal Piñufla va a terminar de socialista y revolucionario”.
El Piñufla Pérez no se daba por enterado de las protestas familiares y se instaló -muy cerca del Teatro Sucre- en el Hotel Quito, de propiedad del muy conocido compositor y fotógrafo Sergio Mejía Aguirre, autor del popular pasillo “Negra linda, negra mala”. La fiebre artística se había apoderado de Quito y el 24 de mayo de 1927 hubo un concurso con tres compañías. La dramática de Marina Moncayo, la zarzuela de Victoria Aguilera y la nuevita de comedias y variedades de las Jaramillo y el Piñufla.
Alfredo Pérez Chiriboga, ya maduro pero siempre bromista, rememoró sus andanzas teatrales en 1982, en una entrevista para El Comercio y no dejó de mencionar la calidad musical de sus compañeras Carlota Jaramillo, la reina del pasillo, y de su hermana Inés, otra gran voz y mujer bien puesta de figura y busto. Contó que en una función él cantaba en dúo con Inesita cuando una voz sonora gritó desde el público:
-Piñufla, la Inés te está dando de… cantar. Dijo que el autor del grito bromista “fue tu padre, Jorge Ribadeneira Saá, mi gran amigo y compañero de estudios. El Batuta”.
Cuando el Piñufla volvió a ser Alfredo se casó con la guayaquileña Gloria Intriago y entre sus hijos constó Alvaro Pérez Intriago, fallecido el martes 2. Junto con estos recuerdos, un pésame a su familia.