Pareciera que Esmeraldas ha sido abandonada a su suerte. Al menos esa es la sensación que se tiene de esta provincia, porque poco se ha hecho -por no decir nada- para ayudarla a salir de sus crisis y desgracias, que experimenta desde finales del 2015.
Lo que ocurre actualmente en la frontera la ha vuelto a hundir, a tal punto que las actividades comerciales y turísticas están paralizadas, a las puertas de un nuevo feriado de tres días por el 1 de Mayo.
Ojalá que esta sea la oportunidad para apoyarla, no solo con discursos y planes en papel, sino con acciones concretas. Es hora de que las actuales autoridades lo hagan en vista del ‘eterno’ olvido.
En esa provincia funcionan un puerto comercial y pesquero, una refinería, y un aeropuerto, que generan recursos para el Estado, pero nada de eso ha servido para fortalecer su desarrollo y producción.
Ha sido todo lo contrario y ha recibido golpe tras golpe, por así decirlo. Nada ha sido igual desde fines del 2015, cuando las playas empezaron a quedarse vacías, por la crisis económica y la presencia de enfermedades como el dengue, chikungunya y zika.
El terremoto del 16 de abril del 2016 y los posteriores sismos que afectaron a la infraestructura hotelera y viviendas de Tonsupa y Atacames empeoraron la situación, de la que aún no se sobrepone. Tras dos años, varias familias aún viven en carpas de plástico o covachas; y tampoco han mejorado los servicios más importantes, como agua potable, alcantarillado, salud y educación.
Ese abandono y la ausencia total de rendición de cuentas fueron evidentes el año pasado cuando la provincia se quedó sin agua potable por casi un mes, pese a las grandes inversiones que supuestamente se destinaron para solucionar los daños del sistema.
Nuevamente, Esmeraldas se deprimió, porque los turistas -que sostienen una parte de la economía local- dejaron de ir por falta de agua. Es lamentable que la ‘Provincia Verde’ siga abandonada.