En la recta final de la campaña presidencial y de su Gobierno, el presidente demócrata de EE.UU., Barack Obama, hace un gesto simbólico con Cuba.
Un ‘manual’ contempla nuevas medidas de flexibilización, que pretenden hacer irreversible el proceso de acercamiento de Estados Unidos a la isla caribeña, luego de una tortuosa relación instalada con el triunfo de la Revolución, allá por 1959.
A pesar de que los gestos de apertura que se palparon, por ejemplo, con la visita de Su Santidad, Juan Pablo II, y su encuentro con Fidel Castro, y los primeros indicios de cambio de rumbo que Raúl Castro una vez posesionado como Presidente dio, no fue sino hasta diciembre del 2014 en que el anuncio sorprendía de veras a todo el planeta.
Los diálogos tardaron su tiempo, pero finalmente este año las banderas de ambos países ondearon en sus embajadas, plenamente restablecidas, aunque el fin del Régimen de partido único en Cuba todavía luzca lejano.
Es más, para los opositores a los hermanos Castro y su revolución, estas señales dan una bocanada de oxígeno, algo muy distinto a la apertura democrática que muchos quisieran.
Por ahora, la medida de Obama parece ser un argumento in extremis de la propia campaña electoral que culmina en Estados Unidos el 8 de noviembre, y donde Donald Trump ha dicho que reversará el acercamiento de Washington con La Habana.
Cuba podrá vender medicinas en Estados Unidos, habrá cooperación de la potencia en aspectos científicos y humanitarios y el comercio bilateral seguirá flexibilizándose, como la entrada de estadounidenses a la isla caribeña. Ya hay vuelos directos y el turismo, que ha permitido una inyección desde Europa y otros países, sin duda se reforzará con los flujos desde Estados Unidos, esto aliviará la paupérrima economía del país caribeño.
Pero en medio de la apertura, todavía magra, dos productos emblemáticos desde siempre de la producción cubana tendrán menos restricciones para viajar en las maletas de los turistas estadounidenses al retornar al país del norte: el tabaco y el ron -antes clandestinos y hoy limitados- son, de alguna
manera, el signo de esa apertura incipiente.