Acuerdo nuclear y masacre en la Amia

A 21 años del brutal atentado terrorista contra la Mutual Judía Argentina (Amia) en Buenos Aires, el crimen sigue impune.
El 18 de julio de 1994 una bomba mató a 85 personas y dejó heridas a 300 más.

La justicia, lenta, impotente, se diría, solamente ha llegado a tejer sospechas contra un puñado de ciudadanos iraníes y un libanés, presuntamente militante del grupo armado Hezbolá. Interpol llega a conclusiones parecidas.

El 14 de enero de este año el fiscal argentino Alberto Nisman fue hallado muerto con un tiro en la cabeza en su departamento de Buenos Aires. El lunes siguiente debía ir al Congreso a explicar el contenido de sus indagaciones.

Las causas del atentado contra la Amia parecen encontrarse en la negativa a seguir con un acuerdo de tecnología nuclear con el gobierno de la Revolución Islámica.

El presidente Néstor Kirchner fue crítico con Irán en Naciones Unidas por este tema. La ausencia de Kirchner en la posesión del presidente Correa, allá por 2007, la atribuyeron algunas fuentes diplomáticas a la presencia y despliegue de la comitiva en Ecuador del líder iraní Mahmud Ahmedinejad.

En una línea distinta a la de su marido sobre la materia la presidenta Cristina Fernández adelantó un documento de cooperación con Irán que suponía dejaba sin posibilidades la captura de ciudadanos iraníes, presuntamente vinculados con la muerte de la Amia, para seguir con el juicio.

Todo esto ocurre con una causa triste, abierta, impune, hasta hoy.

En una semana en que buena parte del mundo saluda el acuerdo de las potencias con Irán para impedir que el desarrollo nuclear se derive hacia la fabricación de bombas atómicas y solamente se destine a fines pacíficos, cabe recordar este triste episodio.
Las grandes potencias se muestran felices. Israel piensa, en cambio, que es un error histórico y sostiene que la amenaza iraní persiste, los republicanos, que son mayoría en EE.UU., critican a Barack Obama.

La última palabra no está dicha mientras el caso Amia sigue sin resolver.

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