La reunión de los países OPEP y de sus aliados (Rusia, principalmente) arrojó una declaración ambigua sobre el volumen de crudo que se inyectará en el mercado internacional, pero de todas formas beneficiará a Ecuador. La conclusión de la cita de la semana pasada tuvo dos partes. Por un lado, recordó la resolución del 30 de noviembre de 2016, cuando se acordó recortar la producción de los países OPEP en 1,2 millones de barriles por día. Los países no pertenecientes a la OPEP contribuyeron con 600 000 más. Esa menor producción tenía como objetivo mejorar los precios del crudo, lo cual superó las expectativas iniciales.
Por otro lado, la OPEP y sus socios dijeron que el recorte acordado fue excesivo y superó, hasta mayo pasado, en 47% el objetivo. Es decir, la contracción en exceso fue de unos 850 000 barriles diarios. Para corregir este desfase la decisión de la OPEP y de sus aliados fue cumplir el acuerdo anterior “voluntariamente”, a partir del 1 de julio de 2018. Esto se evaluará el 4 de diciembre de 2018.
El efecto para Ecuador es positivo, como también lo fue el acuerdo del 2016. Ese año, el barril de crudo ecuatoriano se mantuvo por debajo de los USD 30 en el primer semestre. El mercado anticipó que la OPEP haría un recorte y los precios comenzaron a mejorar en el segundo semestre, dejando el promedio del año en USD 35.
El año pasado el precio promedió USD 46, y en el primer cuatrimestre del presente año llegó a USD 59. El país no se ha podido beneficiar completamente se ese aumento porque redujo la producción y las exportaciones de crudo, principalmente por falta de inversión.
Ahora el Gobierno está abriendo los campos estatales a la inversión privada, a través de licitaciones y nuevos contratos. Según la Agencia Internacional de Energía, Ecuador puede producir 10 000 barriles más de forma inmediata, lo que compensaría la cuota acordada en el 2016. Ahora hay un mayor margen para explotar el crudo en el Yasuní.