El país se sigue acercando a la fecha de las elecciones en un ambiente cada vez más desfavorable para las libertades de expresión y de prensa. Hacia el final de esta semana, revista Vistazo fue sancionada con una multa de 80 000 dólares por haber publicado un editorial (con tema político) poco antes de la última consulta popular.
La instancia que emitió aquella sanción aseguró que Vistazo cometió una falta porque en época de elecciones solo podían abordar ese tema aquellos grupos o individuos que hubieran tenido autorización expresa del Consejo Nacional Electoral.
Según expertos citados por la prensa, esta multa a Vistazo ratifica lo prescrito por el mal llamado ‘Código de la democracia’, la nueva ley de elecciones diseñada por este régimen, cuyas regulaciones impiden que los medios de comunicación cubran debidamente el proceso electoral, so pena de recibir sanciones severas.
Por esta razón, dicen aquellos analistas, es altamente probable que las demandas de inconstitucionalidad presentadas en contra de esa ley electoral sean archivadas, lo que dejaría a ciudadanos y medios de comunicación prácticamente amordazados, incapaces de decir algo sobre las elecciones o sobre sus participantes.
La sociedad ecuatoriana será protagonista de un proceso de indudable importancia histórica que, paradójicamente, apenas podrá ser comentado o registrado por los medios de comunicación. Se les obligará a dar las espaldas –o a mirar solo de reojo– a un acto en teoría democrático que determinará la suerte de todos los ecuatorianos.
Por ejemplo, si una radio le pidiera a un político que explique sus planes y propuestas podría ser sancionada por la autoridad electoral, supuestamente por favorecer su candidatura e inducir a las personas a votar por aquella persona.
Si un programa de TV revelara que un candidato o su partido tuvieron un récord poco exitoso de servicio a la comunidad, en un mandato previo, la autoridad electoral podría cerrar no solo el programa sino la estación que emitió aquel programa.
De esta forma, el ‘Código de la democracia’ se podría convertir en un instrumento de persecución. Los textos deliberadamente ambiguos de esa ley se prestan para múltiples interpretaciones que pudieran aplicarse de forma indiscriminada y hasta contradictoria, dependiendo de quién esté en la mira.
El régimen de la ‘revolución ciudadana’ siempre criticó las ‘democracias de plastilina’ para referirse a aquellos sistemas políticos que solo hacen énfasis en el hecho de votar periódicamente. Lamentablemente lo mismo está pasando ahora: se está induciendo a la ciudadanía a que se limite a depositar una papeleta en una urna sin que exista de por medio una pizca de reflexión ni debate.