Vista la remolona conducta de nuestros representantes en la Asamblea Nacional respecto del juicio político al señor Jorge Glas, cobra vida el rumor político que circulaba según el cual todavía no han descartado la idea de evitar que el ex vicepresidente tenga el podio en el gran salón de la Asamblea.
Es comprensible; cuántos responsables de la revolución ciudadana, y también algunos conversos, estarán sufriendo de escalofríos pensando en que ese podio puede convertirse en una casamata desde la cual el acusado dispare fuego de ametralladora, como un vengativo enajenado.
El juicio político a Glas se ha convertido en un peligro porque es dueño de toda la información acerca del quién, cómo, cuándo, dónde y cuánto de la corrupción.
Los que defendieron su inocencia deben albergar la esperanza de la gratitud, pero nadie se va solo a la cárcel por gratitud.
Los demás, los que le echaron al foso de los leones, deben sufrir, despiertos, pesadillas en las que vean al acusado con tentación de irse jalando el mantel.
Con razón dicen algunos compañeros de partido y de gobierno que es inocente, que no encuentran ninguna prueba de su culpa, que solo hay corruptores pero no corrompidos.
Los apóstatas de la revolución, salen ahora con el argumento de que ya es extemporáneo el juicio político.
Se explica que anden con prisas para elegir el nuevo vicepresidente, para evitar que el viejo vaya a la tribuna donde pueda abrir la boca y, convertido en un dios de los vientos, sea capaz de provocar huracanes que arrasen con todos.
La política es complicada porque todos mueven fichas y nadie controla todos los movimientos.
Es curioso que no se conozca la sentencia para que se hagan públicas las evidencias. Debe haber en los documentos, si no están bajo llave, las fechas, los cheques, las empresas, los bancos, las transferencias, los socios, los testaferros, la ruta del dinero de la corrupción.
Los dos bandos, los viejos y los nuevos, los ortodoxos y los traidores se unirán para quitarle, de apuro, la condición de vicepresidente mediante la designación de su reemplazo sin esperar la certificación que decían que esperaba el gobierno.
El año 2018 comienza con las ambigüedades políticas que suponíamos iban a terminar con la consulta.
Si no hay vicepresidente no hay juicio político, “así de simple”, como dicen quienes han estado sufriendo con la idea de ventilar verdades en la Asamblea Nacional.
Un humorista famoso decía que alguna vez había intentado suicidarse pero “con cuidado, vaya a ser peligroso”.
Así parece la lucha contra la corrupción, muy medida, muy cuidadosa, porque una cirugía siempre reviste peligro, la transparencia total puede parecer, desde el punto de vista de la política, una ingenuidad.
Las señales son ambiguas a vísperas de la consulta.