Dos coincidencias. 1. Después de haber visto hace más de dos décadas la película ‘Amadeus’, ganadora de algunos Oscar, llega a mis manos esta película, que narra una parte de la vida del gran compositor de Salzburgo, Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y su fuerte rivalidad con el compositor y director de Orquesta italiano Antonio Salieri (1750-1825).
2. Sin siquiera haberme tomado la molestia, un colega me presta un CD que contiene tres obras de Salieri: ‘Concerto for fortepiano’, Concierto para flauta y oboe y la sinfonía La tempestad del mar. Apenas tres obras de más de 30 óperas que escribió y dirigió el compositor, que fue mucho más conocido en Austria que en Italia.
En muchos casos, la música de Salieri ha estado más relacionada a su rivalidad con Mozart que con sus propias composiciones, especialmente de música sacra y óperas, como por ejemplo ‘Prima la musica e poy le parole’ (Primero la música y después las palabras), que según los biógrafos resume la filosofía artística del músico.
Volver a ver ‘Amadeus’ es reencontrarse con un pasado sublime de la música. Recuerdo aún las críticas en 1984, poco después del estreno de la película dirigida por Milos Forman. Se hablaba entonces de un siniestro Salieri y de un frívolo Amadeus. Poco se comentaba del talento de los músicos.
Salieri trabajó la mayor parte de su vida en la Corte imperial de Viena, donde gozaba de gran prestigio, pero su rivalidad con el precoz compositor Mozart fue más fuerte, argumento suficiente para llevar al cine esta historia, con el resultado de ocho Oscar, incluido el del actor Murray Abraham, en el papel de Salieri.
Los celos del italiano quedan reflejados, especialmente cuando Amadeus, sin leer una partitura que Salieri regaló al Rey y solo con escucharla una vez se permitió tocarla, e incluso mejoró algunos acordes para que suene adecuadamente para una marcha.
La agitada y descontrolada vida bohemia del compositor austríaco fue muy bien aprovechada, según el filme de ficción, para fraguar un complot. Durante el desarrollo se escuchan obras preciosas de Mozart, como por ejemplo el concierto para piano y orquesta N° 20, que luego se inserta en el reparto de los créditos al final de la película.
Son notables las creaciones de las óperas Las bodas de fígaro, donde surge una enorme discrepancia con su majestad provocada ex profeso por Salieri y luego Don Giovanni, donde se puede apreciar la enorme capacidad creativa y de lenguaje operístico de Mozart.
En lo que tiene que ver con lo estrictamente musical del filme, Mozart, desesperado por la falta de dinero, es prácticamente obligado con artimañas por Salieri a escribir una de las obras más bellas: el Réquiem, y eso justifica, a mi juicio, toda la película.