Hay una frase que no deja de rondar en mi cabeza. La de aquella joven paquistaní, ahora famosa por la violencia, Malala, quien en una entrevista de televisión dijo, sonreída y segura, que pueden disparar su cuerpo, mas no sus sueños. Nada más cierto y convincente y una frase que se aplica a la vida en muchos sentidos y más práctica que toda la politiquería con la que nos alimentan.
Al famoso Maduro y, digo así por su gobierno represivo e intolerante, los jóvenes en el momento preciso le dijeron algo que tiene el mismo sentido: que si no les dejaba soñar no le dejarían dormir. Y pensar que siguen las protestas pacíficas alimentadas de razón, se intentan los diálogos de paz sin resultado, a la vista y paciencia de la mayor parte de los presidentes latinoamericanos y él sigue sentado en un trono con defecto peligroso: el no saber escuchar a los mandantes, aquellos que son su razón de ser.
La juventud no es ciega, es preparada, por un mundo globalizado, interconectado y de rápido acceso a todo tipo de información, que reacciona con la misma velocidad, cuando se dan cuenta que no es el camino por el que quieren que se lleven sus sueños que equivalen a futuro.
Aquí, más cerca, la población reaccionó ante el entrometimiento de candidatos que no eran candidatos en elecciones seccionales. Pocas veces se ha visto un daño tan grande en tan poco tiempo y al propio candidato. Los reaccionarios son, en este caso, no solo jóvenes, sino una comunidad que se despierta, quizás aletargada, y está dispuesta a luchar por un futuro. Este inmenso grupo, una gran mayoría, no dejará escapar su sueño de futuro.
Pueden ametrallarnos con publicidad. Llenar páginas enteras de lo que ahora escribe la prensa no corrupta y acribillarnos de medias verdades. Pueden asaltarnos con horas de discursos, entres sonrisas, insultos, burlas y más en los sábados u otros días. Pueden jugar con cifras y jurar en discursillos fuera de los límites del país que este es el mejor gobierno que jamás ha existido en Ecuador. Pueden intimar, camuflados, con sus eternos enemigos por conveniencia. Pero la información llega, inunda las mentes, la razón y el corazón. La verdad es que pueden dispararnos, ametrallarnos, acribillarnos, hacer guerra publicitaria en pantallas y pliegos de papel, en discursos y discursillos. Pueden, así mismo, asegurarnos que además de necesitar solo amor: “All we need is Ecuador”, pero se encontrarán con una inmensa realidad… Aquella que despertará como un león dormido, muerto de hambre, y es que solo necesitamos Ecuador, un pequeño país en dimensión, pero gigante en su generosidad natural, en sus climas y microclimas, en lo que su tierra brinda con una variedad pocas veces repetida en todo el planeta, un país con gente de primer orden. Solo necesitamos un Ecuador, sí, lleno de amor, sin divisiones ni discordia, honesto desde el habitante del rincón más alejado y sobre todo, de quien debería seguir el mandato de la gente. De un Ecuador transparente, eso es All we need…