Un evidente clima de cordialidad fue el que imperó en la chilena Antofagasta, en donde se reunieron los jefes de Estado de los países que componen la Alianza del Pacífico. Allí estuvieron los presidentes de México, Perú y Colombia, además del anfitrión y la mandataria de Costa Rica, quien asistió como observadora, junto con un delegado de Panamá.
El motivo del encuentro consistió en la firma del acuerdo marco de un esquema propuesto por Lima hace un año largo y que camina a buen paso. La meta es construir un área de integración profunda, que les permita a las naciones que la compongan actuar en bloque en temas de comercio e inversión, así como asegurar la plena libertad para garantizar la circulación de bienes, servicios, capitales y personas.
Aunque el proceso apenas comienza, hay que reconocer la importancia del nuevo club. Sus socios mueven casi la mitad del comercio exterior de América Latina -unos USD 850 000 millones al año-, al tiempo que tienen un Producto Interno Bruto conjunto de 1,4 billones de dólares, que equivale al 34 por ciento del de la región. Adicionalmente, representan a 204 millones de personas y poseen extensas costas desde Tierra del Fuego hasta baja California.
Como si lo anterior fuera poco, cada uno de los países referidos tiene acuerdos vigentes con los demás. Para dar un ejemplo, Colombia ha firmado tratados de libre comercio con Chile y México, mientras que con Perú las barreras desaparecieron hace más de dos décadas, en el marco de la Comunidad Andina. De manera que el propósito es incorporar a la Alianza los pactos firmados entre sus integrantes, con lo cual las energías se les pueden dedicar a los demás temas que existen en la agenda.
Si bien falta que los respectivos congresos les den su luz verde a los textos suscritos y que con el correr del tiempo lleguen convenios más específicos, comienzan a verse avances.
También están las experiencias de las oficinas de promoción comercial conjuntas, que empiezan a ensayarse en el Asia, o la promesa mexicana de desmontar en seis meses el requisito de la visa, que hoy se exige a los ciudadanos de las demás naciones de la Alianza.
Si bien la mayoría de lo hecho hasta ahora tiene como propósito estrechar los vínculos entre cuatro de las economías más pujantes de América Latina, vale la pena insistir en el objetivo de conformar un bloque de cara a lo que sucede al otro lado del Pacífico. Como es bien conocido, en el que para nosotros es el lejano occidente se encuentran las naciones más dinámicas del planeta, las mismas que son las principales consumidoras de las materias primas que producimos.