En Alianza País se frotan las manos

La atomización en los partidos y movimientos de oposición configura un escenario favorable para las aspiraciones del oficialismo que incluso considera probable ganar las elecciones presidenciales en la primera vuelta.

A estas alturas, en el Gobierno prácticamente está decidido que Lenín Moreno será el candidato acompañado por Jorge Glas, cuya imagen tratan de mejorar a toda costa. Saben que se lo asocia con el ala dura del oficialismo, relacionada con decisiones impopulares que han desgastado al Régimen.

Y eso también pesará entre los electores desencantados por un modelo concentrador, caracterizado por su intolerancia frente a la crítica y su hostilidad con la prensa.

Moreno, según varios sondeos, encabeza las preferencias electorales, con porcentajes que van desde el 30 al 40 por ciento. Por detrás aparecen Guillermo Lasso y Cynthia Viteri (con cifras promedio del 25 y 10 por ciento, respectivamente), repartiéndose el electorado del centro hacia la derecha. Esta por verse si cualquiera de los dos -dándose por descontado que Viteri será la opción de la Unidad- puede lograr adhesiones entre los indecisos que son mayoría y esperan propuestas que solucionen sus problemas cotidianos como el desempleo.

En la izquierda la situación es mucho más crítica.

En el Acuerdo Nacional por el Cambio se han propuesto varios nombres pero ninguno aparece como una opción sólida capaz de aglutinar a los grupos y movimientos  de esa tendencia.

Por el momento todos los jugadores echan cartas a la medida del movimiento que gobierna.

Superado el dilema de la candidatura presidencial, el movimiento verdeflex ahora analiza los nombres de aspirantes que le permitan tener una mayoría en la Asamblea, ahora caracterizada por su sumisión al Ejecutivo. Este, sin embargo, es un punto de inflexión. La manera como se manejen las negociaciones y los espacios para las dos facciones del oficialismo (la que representa a Moreno y la afín a Glas) definirán su nivel de acogida electoral.

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