Con motivo de la finalización del año 2015, Diario EL COMERCIO invitó a sus columnistas y personal periodístico de planta a un debate sobre los contenidos de opinión en las páginas editoriales.
Las exposiciones cubrieron varios ángulos de tan compleja realidad que cada día aportan con sus análisis; sin embargo, quedó rezagada de la controversia una circunstancia que es estratégica cuando en el entorno social predomina el autoritarismo y la creencia de que solo existe una verdad como la que sostienen los principales voceros oficiales.
En este contexto, las páginas de opinión de la prensa libre e independiente se convierten en un refugio para quienes tienen el derecho y desean expresar sus criterios, percepciones y, en general, puntos de vista sobre problemas o circunstancias locales, del convivir nacional o del acontecer mundial. Para este efecto, es necesario recalcar las diferencias entre los ámbitos que corresponden al periodismo informativo del que se expresan en las columnas editoriales.
En el primer caso, la información y la elaboración de las noticias está férreamente sujeta a los procesos metodológicos y legales de la investigación, la verificación de las fuentes y el debido contraste; en el segundo, la libertad de opinión y de expresarse solo está limitada por la legislación penal en caso de los delitos por injuria y en los respectivos códigos de ética. En consecuencia, el poder arbitrario no puede incidir con la misma rigurosidad que lo hace en los casos en que la labor periodística se nutre de las fuentes relacionadas con el ejercicio del poder y la conducción de los destinos colectivos. Al respecto, es muy importante recordar la experiencia de la revista Hoy, editada en Santiago de Chile.
El mencionado medio albergó a primerísimas plumas de la sociedad chilena en pleno auge de la cruel dictadura de Augusto Pinochet. La información era restringida y censurada, pero la opinión seguía en parte por amplias avenidas como las que esperaba el presidente Salvador Allende y lo manifestó en su último discurso.
Este medio de comunicación fue sancionado en varias oportunidades, pero con gran tenacidad y valentía de sus directivos siguió adelante siendo un gran adalid de la lucha por recuperar la democracia con sus derechos y libertades en el país de la Estrella Solitaria.
En el Ecuador, la célebre frase “Mi pluma lo mató” de Juan Montalvo contra García Moreno recobra plena vigencia cuando no se puede censurar la opinión. Una excepción se produce cuando coinciden que periodistas con relación de dependencia laboral también expresan sus análisis en las páginas del mismo diario. En ese caso, como avezado cazador, el régimen cae sobre el medio que se ve obligado a terminar sus relaciones con sus colaboradores y trabajadores al mismo tiempo. No es difícil encontrar que en estos años se han producido numerosos casos en los que la sociedad se ha privado de verdaderos soldados que defendieron su derecho a opinar y perdieron sus columnas y su trabajo.