La lectura de algunos textos clásicos, principalmente el de Sófocles, permite comprender las causas, desarrollo y efectos de algunas tragedias que pueden asimilarse a la realidad de diferentes épocas. La de Edipo Rey incluso llegó al escritorio de Sigmund Freud, que la elevó a la categoría de complejo del ser humano.
Relata la obra que un hijo abandonado, por las turbulencias del destino, elimina a su padre y luego se casa con la desvalida viuda y madre. El círculo de la tragedia se cierra cuando Tebas, la ciudad escenario, es asolada por una peste que solo puede superarse cuando se descifre el enigma de la Esfinge que cierra el paso de los habitantes. Algunos expertos consideran que varios monstruos de tal calaña se encuentran en un país sudamericano cruzado por el Orinoco. Sin embargo, resuelto el enigma por Edipo, la tragedia estalla. ¿Pasará lo mismo en otras geografías?
En tiempos nacionales, el enigma es buscar salidas a la crisis política, económica y social en la que el país se está precipitando. Con estos antecedentes, es válido simular un escenario basándose en lo que se hizo en Montecristi con el artículo 144 del texto constitucional. El mencionado artículo normaliza la instalación de un poder constituyente por un poder constituido en el mismo Estado y al mismo tiempo.
Dice el mencionado texto que para una asamblea constituyente se tendrá que convocar a una consulta popular por parte de varios actores individuales o colectivos; uno de ellos, el Presidente de la República. De esta manera, el representante del Estado podrá iniciar el camino hacia la Constituyente, sin perjuicio de que una vez instalado podrá cesarlo.
Recordando a Sófocles, Layo el padre de Edipo, lo engendra y este después lo mata. Para evitar el crimen y el incesto, la Constitución, en el final del 444, dice que el nuevo texto constitucional deberá ser aprobado por referendo. La primera lectura permite concluir que una constituyente en el Ecuador no es el supremo órgano del poder sino una asamblea legislativa especial para elaborar un proyecto de constitución.
En consecuencia, el Ecuador dará una muestra al mundo de que es posible subsistir y sin conflictos un poder constituyente y uno constituido; además, que hubo un precedente con la constituyente del 2007-2008. Todo esto si una nueva constituyente no repite la tragedia y mata al constituido.
Con estos antecedentes y en medio de una grave crisis, económica (petróleo), social (desempleo) y política (tensión con las FF.AA.) resulta extraño que ninguno de los aspirantes a Carondelet no haya precisado la salida constituyente como su plan inmediato de gobierno. En otras circunstancias, menos dramáticas, el actual Presidente lo ofreció en campaña. Fue su segundo decreto como mandatario y arrasó con todo el orden institucional hasta instalar a los constituyentes en Montecristi. Muchas veces, si se quiere, se puede.