El domingo 27 de marzo, El Comercio publicó que Fabricio Correa tachaba a Alexis Mera de ser el “Montesinos” de su hermano Rafael, aludiendo al siniestro personaje al que, en el Perú, se sometió Fujimori. Hoy ambos –Montesinos y Fujimori- están en presidio.
Mera es otra cosa, es el preceptor jurídico de Rafael Correa.
Estudioso y hábil, los años noventas se presentaba como “asistente personal” del Alcalde de Guayaquil, Ing. Febres Cordero.
Lo de “personal” marcaba la vinculación de Mera –y la imagen que generaba- por su proximidad, con “el dueño del país”.
Con la reestructuración de la Corte Suprema de Justicia de 1997, Mera es asignado a ese espacio de poder. Según su curriculum, en inglés, fue “Legal Counselor, Judiciary Nacional Comitee, since its foundation, until 2003” –su traducción al castellano: consultor legal del Consejo Nacional de la Judicatura, desde su fundación, año 1998, hasta el 2003.
Fue la época en que la partidocracia copó la Función Judicial. No todos fueron malos nombramientos, pero se escogieron a dedo los espacios sensibles para el dominio del poder. Fueron tiempos de aprendizaje para Mera. Para sus malquerientes, era el oído y la voz del Ing. Febres Cordero.
El 2007, trocó aprender por enseñar, pasó a ser el guía, el mentor, el preceptor del Presidente Correa.
En Montecristi, fogueados y fogosos intelectuales de izquierda y actores de la lucha social, reaccionaban como dóciles “mininos” cuando la orden de Correa era -y siempre lo fue- que los textos pasen por la revisión de Mera. La explicación para allanarse al irrespeto a su condición de asambleístas era que “no podían hacerse públicas las contradicciones, para no afectar al proyecto”.
Una parte de los ajustes se dieron, por la vía de reconsideraciones, entre la noche del 18 y la mañana del 19 de julio de 2008. Otras, que respondían a intereses y negocios, se hicieron a lo bruto, simplemente cambiando textos aprobados en los segundos debates, sin reconsideración alguna.
Los días que vivimos es para copar la función judicial. Igual que en Montecristi, los sometidos a Mera-Correa allanaron el camino. Por la pregunta cuarta, durante 18 meses, tres delegados, no sujetos a concurso, veeduría o escrutinio alguno, integrarían el Consejo de la Judicatura de Transición para reorganizar toda la función judicial. En forma fraudulenta, a conciencia, en el anexo quinto, se agrega un texto de reformas al Código Orgánico de la Función Judicial, que no consta en el anexo de la parte resolutiva del dictamen de la Corte Constitucional. Se crea un mecanismo para que hasta las moscas se les sometan en la función judicial.Invocarán Mera y Correa: “si se puede lo más, se puede lo menos”. Si hubieron inclusiones fraudulentas en la Constitución, ¿por qué no en la consulta?