Hemos cedido el derecho a ejercer la ciudadanía. Los más, después de sufragar, se retiran a sus actividades personales; el Estado ha sido investido de un poder omnímodo. Pero en la vida existen siempre resquicios por los que aún se cuela la memoria; una resistencia de pocos por no olvidar la responsabilidad de ser ciudadanos sin nombramiento ni remuneración. Hablo de Édgar Rodas, cirujano, padre, profesor universitario, cultivador de lechugas, caminante.
A fines de los ochenta fue parte del movimiento Acción Cívica en Cuenca. Sus miembros se convirtieron en guardianes del patrimonio; la modernidad arrasaba con una ciudad de valor único. Finalmente, después de un trabajo arduo se detuvo la destrucción y se nombró a la ciudad como patrimonio nacional.
Hasta hace pocos meses dos miembros –Édgar y Eduardo Vega- aún caminaban advirtiendo problemas nuevos, señalando soluciones, compartiendo sus observaciones con los políticos de turno. Les acompañaba otra ciudadana, Susana Klinkitch.
Por aquellos ochenta, el cirujano empezó a soñar con la forma de llegar a las comunidades alejadas, enfermos que no podían trasladarse a los grandes hospitales públicos por falta de dinero, conocimientos o lugar de hospedaje.
Si las grandes misiones médicas lo hacían –Barco Hope, por mencionar una- habría que inventar otra acá. Así nació en 1994 el carro quirófano (y la institución Cinterandes), primero en su tipo en el mundo (aunque lamentablemente no patentado). Así empezaron él y su equipo de médicos voluntarios a incursionar en las zonas rurales más alejadas, Sucúa y Macas inicialmente, después se cubrió 18 de las 24 provincias. Hasta la fecha se han realizado 7 505 intervenciones.
No dejó de investigar, de asistir a congresos en Estados Unidos, de trasladar los últimos avances médicos a sus colaboradores y estudiantes, nos dice su brazo derecho, la anestesióloga Ana Vicuña. Los índices de infección eran cada vez más bajos y menores que las de los hospitales en tierra; cada vez se realizaban cirugías más complejas, laparoscópica y otras. El calendario anual se establece y los médicos se apuntan para operar y revisar pacientes martes en Cuenca y alrededores, los jueves, en lugares apartados. Y la obra del soñador sigue. Cuando se despedía en su lecho de muerte recuerdo que dijo: “Seguiré caminando con todos ustedes…”.
Le han llenado de reconocimientos. Pocos meses antes de fallecer fue nombrado miembro honorario del Colegio Americano de Cirugía; en Dubái, comisionado para la famosa revista Lancet de Londres, un grupo de medicina global que realizó un estudio sobre procesos quirúrgicos que será lanzado en breve. Aún 2 millones de personas no tienen acceso a la cirugía… Nuestro quirófano móvil y los protocolos de operación establecidos, se convierten en un modelo; Édgar, en ciudadano ejemplar.