Todos quisieran ir al Mundial con los gastos pagados, sobre todo acompañando a la Tricolor.
¿Quién no? Pocas veces se tiene a la mano la posibilidad de respirar ese aire tan especial de un evento de la FIFA, ecuménica mezcla de solemnidad en los palcos, derroche de lujo en los hoteles y de pasión popular en las calles, aunque en este caso gran parte de los brasileños, más que pasión, tienen bronca.
Pero hay que estar locos para decir “no, gracias” a una invitación de la Federación Ecuatoriana de Fútbol.
¿Locos? Bueno, no tanto. Un puñado de dirigentes ha rechazado la invitación por una situación especial: no se ven disfrutando de las dulces caipiriñas, las sabrosas ‘picanhas’ y las paradisíacas playas de Copacabana cuando sus clubes están rozando la quiebra o cuando menos luchando por pagar los sueldos.
Se les ha hecho insoportable la escena de verse luciendo bermudas en fase de turistas futbolísticos cuando casa adentro no hay circulante y abundan las historias de jugadores que no pagan su arriendo.
Y esto se hace más contradictorio con una Serie A con dos meses sin partidos, lo que equivale a dos meses sin taquillas.Es verdad que la FIFA permite las invitaciones con todo pagado.
También es verdad que la dirigencia también hace posible el fútbol y tiene derecho a ser convidada. Pero el fútbol ecuatoriano vive malas épocas y son necesarios los gestos de mesura y hasta de sacrificio. Bien por los que se quedan. Y salud por los que viajan, que les aprovechen las capiriñas.