Soplan aires frescos, que alivian, en el Ecuador. Parece que estuvimos equivocados quienes todavía dudábamos de que la Justicia llegase a establecer la clara responsabilidad del Vicepresidente Jorge Glas en la masiva corrupción del anterior régimen. Tal parece que será juzgado y, si las pruebas que aparentemente existen resultan convincentes, tendrá que ser condenado. Se dará, si se concretan esos pasos, un salto importante en dirección a limpiar la cloaca en la que llegó a convertirse el sector público ecuatoriano. Hay, incluso, otros indicios de aire fresco: muestras de apertura, mayor respeto por las voces disidentes, menor estridencia, la revelación franca de realidades graves en la economía y en ese desastre llamado Yachay.
Sería injusto no reconocer que el Señor Presidente de la República está contribuyendo a que soplen estos aires frescos. También creo que lo están haciendo el señor Fiscal General, el señor Procurador y otras autoridades, y una enorme contribución ha venido y sigue viniendo de valientes figuras, a quienes saludo, incluidos los miembros de la Comisión Anticorrupción y ese infatigable luchador que es César Montúfar, de periodistas, dirigentes laborales y empresariales, y de miles de ciudadanos que difunden noticias y documentos por las redes sociales. Podemos comenzar a visualizar una alianza entre la sociedad civil y miembros de los poderes públicos para tratar de enderezar el colosal y feroz lío en el que nos metieron.
Pero sería iluso y peligroso darnos por satisfechos de lo ya avanzado, y dejar de esforzarnos. En palabras del poeta Robert Frost, “Quedan muchas millas por recorrer antes de que podamos descansar.”
Comencemos por recordar que quienes hicieron el trabajo de destapar lo que ahora sale a la luz fueron fiscales y autoridades en Brasil, Estados Unidos, Panamá y otros países, sin cuyo trabajo seguiríamos atrapados en la cloaca. ¿Qué pasó, durante tantos meses, con nuestra Fiscalía?
Luego, ¿se investigará la acumulación de bienes por parte de muchas otras figuras prominentes del anterior régimen, sus parientes y amistades? ¿Se van a esclarecer debidamente las muchas denuncias de injerencia indebida en la justicia? ¿Y el manejo, cuestionado por la OIT, del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, al cual se le está por hacer otro forado que, debemos creer, no es motivo de preocupación porque esos fondos que van a ser “prestados” se “recuperarán con futuros ahorros”? ¿Y Venezuela, que el señor Presidente de la República ni mencionó donde debió hacerlo, que era en la Asamblea General de las Naciones Unidas, y a cuyo despótico y vergonzante régimen el país sigue apoyando?
Las autoridades, en las que quisiéramos y tal vez podamos confiar, tienen aún mucho por hacer, y nosotros, la sociedad civil, tenemos aún mucho que exigir.
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