Nuestro Yasuní, el que nos pertenece a todos los ecuatorianos, va a ser explotado y destruido. Yo les puedo asegurar a ciencia cierta, porque trato cotidianamente con ese tipo de compañías, que incluso antes de que el Presidente anuncie el fin de la iniciativa de dejar el petróleo bajo tierra, muchas grandes petroleras proyectaban su participación en el concurso público para explotar el petróleo. Pues bien, Correa denunció amargamente la actitud de países capitalistas que no apoyaron la iniciativa… muchos de esos países ahora querrán beneficiarse con los contratos de explotación.
¿Quién sabe cuánto cabildeo habrá habido de parte de esos países para que el Gobierno deje su proyecto ecologista? En una entrevista reciente, Roque Sevilla señaló que países como China o Estados Unidos no apoyaron. ¿Cómo va China a apoyar el proyecto, si sus empresas son unas de las mimadas de nuestro Gobierno Y yo me pregunto, ¿por qué habría de beneficiarse una empresa de un país, que ni siquiera apoyó la iniciativa, con la adjudicación de la explotación? En principio, lo lógico, lo ético, lo correcto sería que los países que no apoyaron la iniciativa ecologista estuviesen excluidos del concurso público.
Pero digo “en principio” porque lo verdaderamente lógico, verdaderamente ético y correcto sería dejar el petróleo bajo tierra. Este jueves Rodrigo Fierro publicó un artículo con el mensaje clave: “Yasuní: todos debemos pronunciarnos”. Muy acertadamente señala: “Sin exageración alguna, al menos para mí es como si se pretendiera arrebatarnos de un pedazo del territorio nacional, del pequeño que nos queda”. Exacto, es la hora de desempolvar nuestro “¡Ni un paso atrás!”.
En plena frustración ante la noticia pensé, “otro puntazo que la presente generación hace en sus esfuerzos de dejarnos a la mía y a las siguientes la mayor catástrofe ecológica posible”. Pero no creo que esa sea la perspectiva adecuada, para salvar el Yasuní todos debemos pronunciarnos: jóvenes, adultos y ancianos.
Debemos hacerlo de manera masiva e insistente, con pasión e inteligencia. Debemos apelar al carácter democrático del que el Gobierno tanto se ha jactado y reclamar una consulta popular. El mismo Presidente señaló que ha sido una de sus decisiones más difíciles; pues bien, por cosas menos importantes se nos ha consultado. Librémosle al Presidente de esas tribulaciones y tomemos nosotros la decisión; y demostrémosla en las calles, en las ventanas de nuestras casas, en nuestros trabajos, en nuestra ropa y en nuestra actitud.
Se trata de un combate sin par, de un suceso histórico, pues entonces desempolvemos y proclamemos, “no cedemos en nuestro Yasuní ¡ni un paso atrás!” Yo, el primero, me incluyo de lleno en las iniciativas de preservación; y si las máquinas llegan, estaré allí para recibirlas.