El domingo venidero se inicia un nuevo año. Es de esperar que no sea un simple cambio de mes, como ocurre cada treinta días. El ser humano debe tender a mejorar, alcanzar nuevos logros, distintos y novedosos. Ver las cosas de otra manera, y no simplemente como la continuación de lo sucedido la víspera. ¿Qué podemos esperar para el 2012? Si pensamos en forma positiva, los triunfos del año que concluye deberán ser superados, talvez se requiera de un mayor esfuerzo. Todo nuevo reto conlleva progreso. Que la salud, cosa tan frágil a medida que el tiempo transcurre, lo que se va notando en nuestras actitudes y fisonomía, siga aguantando los avatares de una vida disipada y llena de tensión.
Que en la familia se continúe manteniendo el lazo de amistad con gran dosis de amor, para soportar los desafíos que se presentan. Para que la dureza de los días pase sin ser mayormente sentida en el seno familiar, debemos recordar aquello de que “la unión hace la fuerza”. Que el trabajo no falte, aunque el dinero se haga esquivo para muchas de las necesidades que se presenten. Que el pan honradamente conseguido alimente nuestro cuerpo, y el espíritu siga confiando en la presencia del Ser Supremo. Que la educación mejore, para que las diferencias se acorten, y las desigualdades entre unos y otros no sean tan pronunciadas.
Que la alegría no sea esporádica, y las sonrisas estén reflejadas en los rostros por muchos días. Que las horas tristes sean superadas, a pesar de la intensidad con la que pueda hacerse presente el llanto en nuestra vida.
Pero ese afán de mejores días no solo depende de los particulares, también es necesario una gran dosis de colaboración de las autoridades, quienes deben reconocer y superar sus equivocaciones que han generado malos momentos a la población. Deben recordar aquel proverbio árabe según el cual, “si te aplauden, nunca presumas hasta saber quién te aplaudía”. No deben gobernar con resentimiento y odio, ni buscar la revancha. Los alemanes sostienen que “la tontería y la soberbia crecen de un mismo árbol”. Superar los complejos y aceptar la diversidad de la población constituye el primer paso para mejorar el ambiente, todavía cargado malos sentimientos, en los que las autoridades tienen bastante responsabilidad.
Muchos ecuatorianos esperan cambios en las conductas gubernamentales. Todavía queda la esperanza de tener una población unida y no enfrentada. Pero ello dependerá de las autoridades, quienes a pesar de decirse seguidores del evangelio predicado por Jesucristo, basado en el amor y la paz, en la gran mayoría de sus actitudes y frases emanan odio y conflicto. “Cuando hables procura que tus palabras sean mejor que el silencio”. ¡Ojalá este proverbio de la India sea respetado el 2012! ¡Mi deseo de un buen año para usted, cordial lector!