Agoreros

Ahora ya no tendrá la culpa el Primer Mundo por no contribuir solidariamente al proyecto de Ecuador de dejar el crudo en tierra y obligar al Gobierno a explotar el ITT. Tampoco tendrán la culpa las condiciones de un fideicomiso que contraría la soberanía ecuatoriana. Ahora la culpa será de dos o tres agoreros, malos ecuatorianos, sombras perversas de la oposición, que, por hacerle el juego a la derecha, se han encargado de empañar la credibilidad del país ante tan maravillosa iniciativa.

La poca credibilidad que pueda tener el proyecto se debe a los signos dados por el propio Gobierno. Y no ahora sino desde el momento en el que se lanzó la campaña, en el 2007. No es asunto de tres o cuatro agoreros y pesimistas o de la prensa corrupta. El Gobierno, a través de Petroecuador, es el que tiene a punto su plan B. La primera solicitud de cambio de límites de la zona intangible no la hacen en los gobiernos ni de Gutiérrez ni de Palacio. La hace Carlos Pareja Yanuzzelli, en junio del 2007. Ahí pide mover un poquito los límites de la Zona Intangible para que el ITT quede fuera de ella.

El Presidente es quien habló de dejar solo una I y explotar las dos “T”. No habló de ello otro gobernante o ex gobernante. Es el Presidente quien ha cambiado varias veces los plazos de la iniciativa que él mismo ha promovido.

Petroamazonas tiene su plan listo. El año pasado, en un foro organizado por Flacso, en Coca, presentaron el proyecto públicamente y hablaron de él con pelos y señales: el tubo conectará Pañacocha con Edén-Yuturi y luego con Tiputini en su primera fase.

A lo mucho podrán quedarse varados en Edén, a 75 km de tubería, y hacer tiempo hasta conseguir dinero para no hacerlo. De no conseguirlo, completarán el tramo. Eso es todo.

Los ecuatorianos, agoreros o no, podemos tener fe en el proyecto. Cruzar los dedos para que se consigan las compensaciones que se piden. Hasta ponerle velas a los santos para que no se explote el ITT. Pero no podemos creer a pie juntillas en que esto sea prioridad nacional si, mientras se predica una cosa, el plan B avanza a pasos agigantados.

Mientras los signos sean tan contradictorios, mientras se niegue todo aquello que el mismo Presidente ha dicho y toda la documentación fechada y firmada desde el 2007 hasta ahora, con respecto al ‘Plan B’, no nos pueden pedir que creamos todo lo contrario.

Tal vez quede una salida para el Plan A: que, por conciencia y convicción, se decida, al menos mientras dure el Gobierno, no explotar el ITT sin pedir nada a cambio y detener todos los planes de explotación de Petroamazonas. Ahí sí pudiéramos creer los ecuatorianos que, en la retórica y en los hechos, la conservación es prioridad de la Revolución Ciudadana.

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