Actualidad de Persiles Castro

Duele constatar que los solemnes señores de la Supercom, la mayoría del gabinete ministerial, los genios de la Senescyt, los comandantes del bureau político, y su jefe máximo y caudillo, jamás leyeron a Persiles Castro. No creo que aquello se deba a que eran niños o jóvenes cuando Persiles se consagró como una figura cimera de la columna de humor en el periodismo ecuatoriano, allá a principios de los años setenta, sino que se trata de un problema más grave, más estructural como dirían los marxistas, que rebasa la coyuntura. Si lo hubieran leído las mentes lúcidas a cuya merced nos ha puesto el voto popular conocerían que el "delirio de persecución es un deporte nacional", que la "chispería es un estado ideal", que "el maquillaje es arte de las mujeres y los gobiernos", que "el baño turco es la democracia", y "que no solo de títulos vive el hombre". Tendrían, quizá, una perspectiva más amplia del país y sus riquezas; más interesante que sus gritos de guerra; menos cursi que sus invocaci

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