Actores de la revolución

Una de las primeras decisiones del presidente francés Hollande ha sido la elaboración de un nuevo Libro Blanco de la defensa y la seguridad nacional, básicamente porque el escenario geopolítico debe ser evaluado para determinar una política exterior clara y concreta con la cual guarden coherencia la política de defensa y seguridad.

Preocupaciones como la reincorporación de Francia como miembro pleno de la OTAN, el retorno de las tropas francesas de Afganistán, las consecuencias de la Primavera Árabe con su intervención en Libia y el probable apoyo para una intervención militar solicitada a la ONU por parte de Mali, son temas estratégicos que deben tener una orientación política del Ejecutivo.

La tenue y difusa frontera que separa a la seguridad interna de la seguridad nacional, que ya fuera motivo de análisis por el anterior Libro Blanco del 2008, emitido por Sarkozy, también será un tema de estudio; por esta razón, en la nueva directriz de la defensa se determina que se deberá analizar las capacidades necesarias para la defensa y la seguridad en el largo plazo, para responder a los múltiples desafíos que se deben confrontar en un mundo particularmente inestable. Aspectos de especial consideración para el diseño de una estrategia nacional que comprometa a los diversos sectores gubernamentales, que ponga especial atención en la compatibilidad entre las misiones y medios asignados a las FF.AA. Solo entonces se puede proceder a la elaboración de los respectivos planes institucionales, sin que se traslapen y peor aún se sustituyan las misiones y tareas constitucionales de las FF.AA., de la Gendarmería y de la Policía.

Sin embargo, en algunos países de África y América Latina, una de las formas de evitar este complejo proceso de conducción, es la negligente omisión de una política de defensa y seguridad, de esta manera se adquiere libertad de acción y sobre todo se elude la rendición de cuentas sobre la defensa y la gestión ministerial.

Pierre Conesa, del Instituto de Investigaciones Estratégicas de Francia, al respecto agrega que en estos países además se promueve reemplazar a los poderes públicos con las Fuerzas Armadas, convirtiéndoles en agentes de transición política, o como la Ministra de Defensa del Ecuador en su acto inaugural, curiosamente político, calificó a los generales, oficiales y tropa, de ser actores orgullosos del proyecto revolucionario.

El tan proclamado concepto de la seguridad humana que se suponía reemplazaba a la doctrina de seguridad de la Guerra Fría, autoritaria y de irrespeto a los derechos civiles, ha quedado en el discurso del papel. En su lugar el control civil que pretendía desterrar el intervencionismo de las FF.AA., como garantes del ordenamiento jurídico, ha inaugurado ahora una garantía del ordenamiento revolucionario que no solo se lo impulsa, sino que se lo atribuye a las FF.AA.

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