Una buena noticia de estos días es que la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Senescyt) financiará de manera ilimitada un programa de becas. Apostar por la educación y la creación de talento humano es fundamental para el desarrollo. Sin embargo, no todo es color de rosa. El contenido de la política es reduccionista y contradictorio lo que desvirtúa sus alcances transformadores.
El Estado financiará un ambicioso programa de becas, pero sólo para los ámbitos de su interés, por lo que el “talento humano” que se cree será direccionado por la visión y prioridades de quién maneja el aparato estatal. Tal direccionamiento es contrario a un Estado democrático y laico que tiene la obligación de crear y garantizar las condiciones y oportunidades para el desarrollo de todos sus ciudadanos. En tal sentido, el Estado laico tendría que financiar becas que no solo ayuden a la concreción del proyecto estatal, sino también aquellas que permitan la realización del proyecto de vida de las personas. De esta manera, los recursos de todos, de la sociedad, canalizados equitativamente por el Estado, retornan a los ciudadanos.
Sí hay que promover becas para sustentar el proyecto de desarrollo oficial, pero hay que impulsar también los estudios que vayan más allá de dicho programa, que desaten el avance del pensamiento en un ambiente de libertad. Esta es la esencia de la universidad y de los estudios universitarios: crear pensamiento crítico, a más de ciencia y tecnología.
Las becas que financia la Senescyt se circunscriben a áreas científicas y tecnológicas puras (básicamente ingenierías y tecnologías) ligadas al Plan del Buen Vivir en: Ciencias de la vida, Ciencias de los recursos naturales, Ciencias de la Producción e Innovación, y Ciencias Sociales. No obstante ¿qué entiende la Senescyt como Ciencias Sociales? Las entiende como estudios de: Filosofía de la Ciencia, Historia y Sociología de la Ciencia y la Tecnología, Economía Aplicada, Econometría, Demografía, Elaboración de Políticas Públicas, Gerencia y Administración de Hospitales, Seguridad y Conservación de Patrimonio, Arqueología y carreras afines.
Tras esta propuesta de estudios y becas de la Senescyt no solo se esconde una visión ultratecnocrática y economicista del desarrollo (neo desarrollismo) en la que no existe la cultura, sino también una visión reduccionista y peligrosa de las ciencias sociales.
Pero lo más singular es que el programa de becas no guarda relación con algunas políticas que se dicen prioritarias para el actual Gobierno. Hablamos, por ejemplo, de educación. ¡No hay becas para estudiar educación! ¡Qué error!
Por último, se esperaría que las becas no tengan un uso clientelar y que el amigo René Ramírez haga los ajustes respectivos a un programa que pinta interesante.