Está bien y es conveniente que el Ecuador sea sede de los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y el ELN. Nuestro país se beneficiará, a largo plazo, de la pacificación de nuestro vecino y tendrá información privilegiada del proceso. Por lo demás, es una obligación moral contribuir para que la paz se alcance.
Esta decisión es un acierto a pesar de que estamos en fin de mandato y de que es resultado de conversaciones solamente de los últimos meses. Se trata de un asunto de Estado que debe ser respaldado por cualquier candidato que asuma el poder el año que viene si el proceso se prolonga. Ecuador tiene vocación de paz.
Sin embargo, he escuchado al Canciller Long en rueda de prensa celebrada el 25 de octubre pasado, al hacer el anuncio de la fecha de inicio de las negociaciones, el lugar, su duración y demás detalles, algo que me ha dejado atónito a la vez que francamente preocupado.
El Ministro ha afirmado, y luego ratificado mediante Comunicado Oficial por lo que no podría decirse que se trata de un desliz, que el Ecuador es “país garante en el proceso de diálogos de paz” entre Colombia y el ELN y que los otros países que igualmente participan –Brasil, Chile, Cuba, Noruega y Venezuela- son solamente “acompañantes”.
Preguntas obligadas: ¿Qué es lo que garantiza el Ecuador? ¿Está consciente el señor Long de las implicaciones jurídicas que tiene la garantía en unas negociaciones de esta naturaleza? ¿Las partes que negocian, y sobretodo Colombia, acepta que el Ecuador sea “garante”? ¿Conoce el Canciller la diferencia entre “garante” y “acompañante”? ¿Sabe sobre los compromisos que Ecuador asume al ofrecer su “garantía”? ¿El Presidente Correa está de acuerdo en ir tan lejos como ha afirmado su Canciller? Los ecuatorianos merecemos respuestas a estas interrogantes, nos involucra a todos.
Además y para mayor sorpresa, el Ministro Long ha dicho que habrá diplomáticos ecuatorianos en las mesas de negociación y que él mismo se hará presente en alguna ocasión. ¿Qué van a hacer? ¡No, señor Long! Usted no puede comprometer de esa manera a nuestro país. Representantes oficiales ecuatorianos no pueden intervenir en una negociación interna que concierne solo a Colombia. Sabe que un garante garantiza, se compromete a hacer cumplir lo acordado entre las partes y que si fracasa la negociación tiene que asumir las consecuencias. Lo que Ud. ha propuesto como rol para el Ecuador es un craso error que nos puede costar caro.
No hay que olvidar que este es un asunto interno de Colombia, que los colombianos deben resolver entre ellos y que el Ecuador, correctamente, respalda y facilita al actuar como anfitrión por solidaridad y conveniencia, pero de ningún modo puede ni debe garantizar nada.
fcarrion@elcomercio.org