Para noviembre se convoca a licitación petrolera en el Suroriente. Varios bloques salen para ofertas bajo la modalidad de servicios.
Petroecuador se reserva el bloque más interesante, el que tiene el campo Conambo descubierto por Amoco hace 40 años, cercano a donde se inicia el oleoducto peruano, construido para evacuar la producción de Occidental y que hoy se encuentra vacío.
Occidental entró a esa zona del Perú luego que Amoco encontró crudo en Conambo. Occidental sacó el crudo y se fue. Ecuador recién se plantea retomar la exploración de la zona.
Las autoridades se manifiestan optimistas. Pero el entorno regulatorio no es atractivo. Los contratos de servicios no compensan debidamente el riesgo que se asume, aunque las autoridades nacionales estiman que han diseñado un mecanismo novedoso que permite superar este inconveniente.
La reciente decisión del Gobierno de armar un tratamiento discriminatorio a los bancos recuerda a los inversionistas potenciales que el Gobierno se reserva el derecho a cambiar las reglas del juego cuando considera que le es provechoso. La falta de seguridad jurídica es disuasoria de la inversión.
Amoco se fue en los 70 porque para entonces el Gobierno militar endureció las condiciones de los contratos petroleros por considerar que los grandes hallazgos de Texaco-Gulf le dejaban utilidades excesivas.
Así era sobre todo porque el precio comenzaba a subir. Pero el más duro régimen tributario tornó inviable la operación de campos distantes del oleoducto, como Conambo, y por eso el abandono de la actividad petrolera lejos del bloque Texaco-Gulf.
El subir los impuestos luego de un hallazgo importante ha sido ha sido la tónica de varios gobiernos. Si bien eso ha resultado en mayor renta de operaciones específicas, ha desalentado la inversión en otras áreas.
Hoy nos encontramos con pocos campos por incorporar a la producción, y el descubrimiento de reservas en el Suroriente está a más de 5 años de distancia. Hay expectativas del campo Pungurayacu a cargo de Ivanhoe, pero se trata de una tecnología experimental aún no probada comercialmente.
Similar la situación en minería. A pesar de las duras condiciones económicas de la flamante ley, Ecuacorriente y Kinross explotarán sus minas, pero difícilmente habrá inversión de riesgo para encontrar otros yacimientos.
A caso 6 años de Gobierno, el Gobierno no ha incorporado producción petrolera ni minera que le signifiquen nuevas rentas. Tampoco la incorporará en los próximos tres años. Si fuera el Gobierno a mostrar agilidad para firmar contratos y apurar las operaciones, quizá en el 2016 habría una importante producción y exportación minera.
Toda una década para cosechar frutos de una actividad que estuvo lista para arrancar a mediados de la década pasada.