¿Se abre una puerta?

Hace no mucho tiempo, América Latina demostraba una fortaleza extraordinaria. Había consolidado un modelo de desarrollo, no uniforme ni homogéneo, pero mayoritario. Capeó con éxito todo el arrebato de la más calamitosa crisis del mundo desarrollado. Se ufanaba, por primera vez de no ser la niña mala de la economía mundial. Los responsables eran otros y debían pagar por ello. Los ajustes ya no eran propiedad exclusiva de los países en desarrollo. Había acabado la asimetría del arreglo.

Ahora, años más tarde, otra vez son los emergentes los que anuncian una etapa de vicisitudes. China pierde vigor. Altera al mundo con sus debilidades. Rusia retrocede. Brasil en recesión. Solo la India mantiene su ritmo de actividad. América Latina lucha por no caer. Algunos se defienden bien. Otros, entre ellos el país, enseñan sus flaquezas.

Los ciclos, una vez más, demuestran su presencia. Dan lección a los que les retaron. Nuevamente, pagan los soberbios. Los que desafiaron las normas de prudencia y aventuraron planes que rebasaban sus capacidades. Incluso la naturaleza se ensaña y demuestra su poder. El Niño anuncia su visita no deseada. El Cotopaxi se despereza y pone en aprietos. Se acumulan muchas cosas.

Hay otras reglas de juego en el mundo. Se debe actuar a tiempo para defenderse y aprovechar las nuevas oportunidades. La política económica necesita revisar sus postulados. El modelo no tiene ni tenía salida. Había un final conocido y este llegó.

Se necesita restablecer los equilibrios macroeconómicos. Así lo reconoce el propio gobierno en su tuit del 25 de agosto. Es la primera vez que lo hace en casi nueve años de gestión. A la vez, Senplades anuncia una reforma del aparato estatal. ¿Será para reducir el gasto público? ¿Será que se encaminan a reconocer la crisis? Ojalá propongan algo consistente. Tengo dudas y razones no faltan para ello. Pero la declaración oficial, literalmente, reconoce y señala otra línea de gestión económica.

Con la venida, luego de varios años de distanciamiento, de las misiones oficiales de los multilaterales (FMI y BM), quizá el Gobierno quiere recomponer las relaciones. ¿Acaso ahora los necesita? En realidad, el cambio de actitud puede ser resultado de la urgencia y no de convicciones. Así actúa. Hay evidencias. Ya no tiene acceso a fuentes de financiamiento. Quedan cada día pocas y muy caras. No logra cerrar las brechas y el país se descompone. Pero para ellos, es decir los multilaterales, que tienen líneas de contingencia de gran valor y bajo costo, los equilibrios son fundamentales.

Ahí es donde cabe la especulación del cambio. Por ese camino se aproximan. Se abre una puerta a la crisis que ofrece una salida. Tendrá dolor. Eso ya es inevitable.

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