Entusiasmados, inundan el ciberespacio con sus correos electrónicos. Según ellos, existió un triunfo contundente en la consulta popular del pasado 7 de mayo.
Aunque muchos trabajan para dependencias del oficialismo, se atribuyen el calificativo de ciudadanos y convocan a la sociedad “porque ya es hora de actuar”.
En sus comunicados electrónicos, “los abajo firmantes” hacen propuestas bajo la presunción del “mandato mayoritario de la población expresada en el Sí a la pregunta nueve”.
¿Un mandato mayoritario de la población?
Ese es un debate que no se hace porque al oficialismo y a sus seguidores no les conviene.
El país entero debería reflexionar sobre los verdaderos resultados de la pregunta nueve, porque la otra mitad de ecuatorianos dijo No a la creación de un consejo regulador de contenidos.
Pero, como consecuencia de esa falta de reflexión, los abajo firmantes organizan foros académicos en los cuales invitan a cuatro panelistas del Sí y uno del No.
¿De qué debate nacional amplio, equilibrado y pluralista se habla cuando se arman foros con tal desbalance?
¿Por qué no son, por qué no somos capaces de escuchar a los demás, a los que no piensan como nosotros?
¿Por qué caer en la ceguera del triunfalismo y negar el derecho de argumentar y proponer a quienes dijeron No en esa pregunta esencial?
¿Por qué hablar de “construir una futura Ley de Comunicación verdaderamente democrática”, pero hacer propuestas que solo recogen sus puntos de vista y sus maneras particulares de entender el periodismo y la comunicación?
Quienes dijeron No o anularon el voto, si realmente son demócratas, tienen el deber de analizar los planteamientos de quienes votaron Sí, pero estos también tienen la obligación de escuchar las propuestas diversas.
De no ser así estamos hablando de una interpretación forzada de los resultados para imponer criterios con los cuales la mitad del país no está de acuerdo.
Si se atribuyen la representación ciudadana, ¿por qué proponen un consejo regulador integrado por un representante del Gobierno y uno de la Asamblea, entre otros?
Y está pendiente otro debate. ¿Cómo seleccionar tres ciudadanos que representen a toda la sociedad? ¿Cómo hacer para que esos representantes sean ciudadanos de verdad y no militantes del oficialismo o perceptores unidireccionales y prejuiciados de lo que son los contenidos informativos, el rol de los medios y la ética periodística?
Sí, señores abajo firmantes. Es hora de actuar. Y debatir. Pero actuar y debatir desde un ejercicio realmente ciudadano y democrático, no desde la tutela e intervención de un poder político que ha declarado a los periodistas su “enemigo principal”.