El sábado se produjeron algunos hechos que permiten construir escenarios electorales con más elementos que en meses anteriores. En las primeras expresiones de la sabatina 291, el mensaje presidencial fue enfático en un eslogan: “Los honestos somos más”. Fue una evidencia de que asimilan el escándalo Duzac que se complementó con la renuncia temporal de Janet Hinostroza y el inexplicable viaje a Irán y a Rusia de Duzac. Si el argentino viajó o no, es secundario, pues lo que no se puede negar es que para el régimen era un personaje importante, incluso para gestiones delicadas en un país al que se sigue con varias lupas a nivel mundial; no en balde fue acreedor al pozo millonario. Es probable que este enredo, más bien escándalo, haya afectado el lado más frágil del régimen como lo es el de la transparencia pública, como antes lo fue el de la valija diplomática o, las avionetas no tripuladas o los depósitos bancarios de los iraníes en una gestión diplomática inusual. Sin duda, urgía levantar como prioridad mediática al emblema de la honestidad y lo hicieron.
En la tarde de aquel día, en Portoviejo, se lanzó la candidatura de Guillermo Lasso por el movimiento CREO y en su mensaje inicial estableció los ejes de su propuesta: empleo, seguridad, respeto a la democracia, libertad de expresión y otros. El tema de las denuncias o supuestos actos de corrupción que han asediado al régimen no fueron puntos sobresalientes. Futbolísticamente hablando, se dispara el balón desde afuera, pero por razones tácticas, no se ingresa “al área de candela”.
En ese mismo día se conoció la aprobación de firmas del MPD y la ratificación de la candidatura de Alberto Acosta, quien, tampoco ingresa frontalmente por el flanco más frágil del actor electoral más importante. Da la impresión que se contenta con el margen electoral histórico de la izquierda ecuatoriana que bordea el 10% y que sus principales esfuerzos están en que sus complotados lleguen a la Asamblea. Solo César Montúfar, como voz que clama en el desierto, se atreve a pedir los platos fuertes en un restaurante que se parece a las cantinas del viejo oeste, como nos contaron las películas de Hollywood de antaño.
Si a este depurado escenario se suman las encuestas -no las tres gobiernistas que corresponden al género de propaganda-, el panorama al iniciarse la campaña vaticina una victoria en la primera vuelta del presidente-candidato y un pronóstico reservado y escalofriantes para la asamblea. Mucho más, cuando se desconocen los reglamentos del voto por distritos que junto al método D’Hondt, puede dar resultados muy favorable para la oposición en Pichincha y Guayas, si despiertan luego de 5 años de su cómodo letargo.
Se debe trabajar, particularmente en la mayoritaria provincia de la Costa con ahínco y no como en la consulta cuando la desidia y quizá otro factor permitieron el estrecho triunfo del Sí.