Mitos sobre la toxoplasmosis: El gato no tiene la culpa

Joanna Rengel con su bebé Violeta y su gata Martina. Foto: Galo Paguay / Narices Frías.

Joanna Rengel con su bebé Violeta y su gata Martina. Foto: Galo Paguay / Narices Frías.

Joanna Rengel con su bebé Violeta y su gata Martina. Foto: Galo Paguay / Narices Frías.

El embarazo y la llegada de un nuevo bebé a la familia requiere de una reorganización del funcionamiento del hogar. Hay nuevas tareas, nuevos cuidados, horarios especiales y entusiasmo. Para las familias que tienen gatos como animales de compañía, esto no es diferente salvo en una particularidad. La pregunta ¿qué hacer con el gato? surge al inicio del embarazo.

La razón detrás de este cuestionamiento, que lleva a muchos felinos al abandono, según organizaciones de rescate y protección animal, son los mitos que circulan en torno a los posibles problemas que pueda causar. Uno de ellos es la toxoplasmosis.

Esta enfermedad resulta del contagio con el parásito toxoplasma gondii. En los seres humanos pasa generalmente con síntomas que se pueden confundir con una gripe común o incluso no presentar síntomas, indica la doctora Diana Cañizares, ginecóloga-obstetra. Sin embargo, en las mujeres embarazadas o individuos inmunodeprimidos si puede tener consecuencias severas.

En el caso de mujeres gestantes, pueden darse pérdidas (durante el primer trimestre) y malformaciones congénitas (durante el segundo y tercer trimestre). Si el contagio es en los días más cercanos al parto puede no ocurrir nada, indica la especialista.

Joanna Rengel tiene una bebé, Violeta, de cinco meses. Durante todo su embarazo permaneció cerca de Martina, una gata blanca de pelo largo. Incluso dormían juntas. “Para mi nunca fue una opción deshacerme de ella, pero mi mamá si lo quería”, comenta.

Rengel consultó con su médico y le indicó que no habría problema si su mascota permanece dentro de casa, no sale de cacería y se la vigila constantemente en un veterinario. En esto concuerda Cañizares. "La forma de contagio es a través del consumo de carne poco cocida que esté infectada o por contacto fecal-oral con las heces del gato", indica. No hay contagio por aire, ni por el contacto con la piel. Los felinos que tienen más riesgo de tener el parásito en su organismo son los que salen y consumen carne cruda o roedores.

Otra manera más común de adquirir el parásito es a través de vegetales y frutas mal lavadas y que han sido regadas con agua contaminada. “Se ha generalizado al gato casi como el único factor de contagio”, indica el médico Veterinario Martín Campos, de PAE. Para él no hay razón para alejar al gato de la familia cuando hay un embarazo. Sin embargo, reconoce que los mitos que hay en torno a esta enfermedad hace que muchas personas decidan abandonar a sus mascotas por temor a ser contagiados.

Rengel sí tuvo que luchar contra estos mitos. “Una amiga que estaba embarazada no quería venir a mi casa por mi gata”, cuenta. Recuerda que durante todo el tiempo que estuvo embarazada, sus conocidos  le sugerían dar en adopción a su animal de compañía para evitar riesgos.

Cañizares no recomienda alejarse de los felinos. “Hay que hacerle un chequeo veterinario al gato para saber si tiene o no el parásito y ver si hay un riesgo de contagio”, explica. Si el resultado es positivo, lo único que se recomienda es manejar los deshechos del animal con cuidado y lavarse las manos para evitar que el parásito entre en el organismo de la mujer embarazada.

Violeta nació sin complicaciones y es una bebé saludable. Martina ahora duerme en una habitación separada para evitar alergias por su pelo largo. “Está un poco celosa de Violeta”, reconoce Rengel, “pero no han tenido ningún problema”.

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