“Internet está definido más por la fragmentación que por la globalización; cada cultura crea su propia Internet”: Frederic Martel, escritor y académico francés. Foto: Estéfano Dávila Ferri / EL COMERCIO
Frédéric Martel es PhD en Ciencias Sociales y tiene títulos en Filosofía, Política, Ciencias Sociales y Leyes. Nació el 28 de octubre de 1967, en Châteaurenard, Francia. Sus obras más famosas son ‘The Pink and the Black’, ‘Homosexuals in France since 1968’, y ‘Cultura Mainstream’. Su más reciente libro, ‘Smart’, es una investigación que da luces sobre cómo la Globalización ha afectado a la Cultura, la identidad individual y a la Internet en diferentes partes del mundo.
¿Cómo es que las nuevas tecnologías influyen en la configuración de la sociedad?
Tras conversar con algo más de 3 000 personas, entre empleados de pequeñas y grandes compañías, emprendedores, miembros de startups, en más de 50 países, descubrí que, en efecto, Internet, por definición, es global; excepto por casos puntuales como China, cualquier persona desde cualquier parte del mundo puede acceder a toda la información. La idea de lo que dice la gente del Silicon Valley es que se está manteniendo una conversación global, todos están uniéndose y el idioma no es tan importante como era antes, ya que el inglés se está convirtiendo en el único lenguaje, la cultura se está volviendo uniforme, todo el mundo está junto en esta ‘Web positiva’.
¿Ocurre así?
Creo que no. Lo que define a la Internet es menos la globalización y más la fragmentación. La conversación global no existe; hay algunas conversaciones, algún contenido que es bastante global, como Psy y su ‘Gangnam Style’, Beyoncé, Shakira, Michael Jackson, el discurso de Barack Obama, etc., pero eso es solo una pequeña parte del contenido que se consume. Para que exista esta conversación global, se necesita, en primer lugar, contenido que esté desarrollado en diferentes idiomas; en segundo lugar, depende de la cultura en la que vive la gente, el territorio, depende de la comunidad. Existen en Internet fronteras simbólicas, y estas son definidas por el idioma, la cultura, la comunidad, el territorio, etc.
¿Tal vez los límites de Internet están marcados por la dirección IP?
Hay una geolocalización, de seguro.
Internet ha sido prácticamente unidireccional, viene desde grandes corporaciones de EE.UU. hacia el resto del mundo; pero diferentes culturas se apropian de Internet y lo terminan utilizando bajo sus propios estándares…
Sí, exactamente. Y también producen la Internet. Tendría cuidado al decir esto, por supuesto hay excepciones, y hay que mirar el cuadro general.Por ejemplo, la industria de las películas en Internet tiene una orientación muy estadounidense, pero la industria de los videojuegos es extremadamente global. En la industria musical, bueno, depende de varios factores. En el caso de los periódicos, sus ediciones son muy locales. Es decir, se puede acceder mundialmente a The New York Times, pero no necesariamente se hace, porque las noticias de aquel portal no son relevantes para todos los lectores en todas partes. Algunos lectores preferirán leer EL COMERCIO porque tiene noticias en español, y con temas de interés para Quito, para los ecuatorianos.
Esa es la regla general, pero hay eventos que rompen esa regla…
Sí y no; hay eventos que también ocurren en Quito. Está enlazado con los periódicos en general. Por supuesto que si hay un accidente de avión en Alemania o en Francia, todo el mundo está atento a los detalles de ese evento, pero algo de menor escala, que esté ocurriendo en Quito, va a ser más importante para la gente local.
¿Solo serían picos de atención que empujan a los lectores afuera de su zona de confort?
Exactamente.
¿Pero eso hace que Internet sea algo global, o más bien algo local?
Internet no es algo que se produce únicamente en el Silicon Valley y que no podemos controlar desde otras partes. Por el contrario, las herramientas que utilizamos tal vez sean del Silicon Valley, pero nosotros podemos crear, podemos decidir, podemos apropiarnos y hacer de Internet una cosa muy local, muy propia.
Ha existido este gran sueño de replicar el Silicon Valley en varias partes del mundo. ¿Es posible?
Todo el mundo toma Silicon Valley como referencia, pero hay algo que es extremadamente singular: ‘Si quieres entender el Silicon Valley, no puedes solo pensar que es una ciudad inteligente que se decidió construir ahí’. Nadie hizo efectivamente un plan para construir el Silicon Valley. Es una especie de milagro que se dio gracias a los proyectos de construcción, el aeropuerto en San Francisco, universidades como Stanford y Berkeley, las contraculturas en San Francisco, la cultura gay, la cultura de las mujeres, la cultura hippie, los emprendimientos, los bancos… Son múltiples razones que explican la existencia del Silicon Valley.
¿Hay esperanza más allá del Silicon Valley?
En todas partes del mundo he conocido gente que quiere recrear el Silicon Valley. A veces le ponen su propio nombre, como en Chile con el ‘Chilecon Valley’, o he visto grandes ciudades inteligentes en Sudáfrica, en Helsinki, en España, en Moscú, en Recife, en Israel… Cuando miras el cuadro general, siempre hay gente que está tratando de recrear algo sin pensar en sí mismos.
¿Eso funciona?
Creo que eso está mal. Porque no vas a lograr replicar el Silicon Valley, por las razones que mencioné anteriormente: es extremadamente original y singular. Por otra parte, tienes gente que crea algo que no es una réplica del Silicon Valley, pero es algo por sí mismo. Bangalore, en India; Start-Up Nation, en Israel; Porto Digital, en Brasil; están extremadamente enlazadas con la historia local, con su propia historia. Entonces, para resumir, no puedes recrear el Silicon Valley, y sería un error intentar hacerlo, pero puedes crear algo más, que es tu propia ciudad inteligente, con tu propia identidad.