Participantes en Velerismo. Jóvenes practican el velerismo en el lago San Pablo en Imbabura. Antonio Dimicich, Francesca Díaz y Francisco Alarcón realizan maniobras de práctica. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO
Sentir el viento en el rostro y dominar las corrientes de agua, al menos por un momento, es posible mientras se hace velerismo en el lago San Pablo, ubicado a 4 kilómetros de Otavalo. Ya no hace falta movilizar los botes hasta las orillas del mar para realizar esa actividad.
En la Sierra ecuatoriana, el Club Náutico San Pablo, con 60 años de historia, presenta una alternativa para que los amantes de la navegación desarrollen sus destrezas dirigiendo la embarcación sobre el lago que se encuentra a los pies del volcán Imbabura.
Allí se practica Sunfish, Snipe…, pero ahora ese club está enfocado en promover la modalidad llamada Optimist, una clase internacional de embarcación a vela diseñada para niños entre siete y 15 años.
Es un barco para una persona, simple, estable y competitivo. Esa embarcación es ideal para que los niños aprendan a navegar ya que también es fácil de maniobrar. Hasta el momento no se han registrado incidentes en las pruebas que se realizan en los escenarios del país.
Hoy, precisamente, termina la última fecha del ranking de Optimist. A la cita están invitados deportistas de los cuatro clubes asociados: San Pablo, Puerto Lucía Yacht Club, Manta Yacht Club y el Salinas Yacht Club.
Al Club Náutico San Pablo, por lo general, asisten los integrantes de las 40 familias que están asociadas; sin embargo, una vez cada año, los directivos realizan un llamado dirigido -septiembre- al público en general. Reciben las clases un fin de semana de cada mes.
Los deportistas que se involucran en esa disciplina aprenden a navegar en un ambiente amigable y rodeados por la naturaleza. Todos son guiados por personas especializadas. Por ese club han rotado entrenadores de Argentina, Colombia y Ecuador.
Las clases duran entre cuatro y cinco horas, tal como sucede en los campeonatos oficiales. En ese tiempo, los deportistas deben sumar la menor cantidad de puntos para ubicarse en el primer lugar de la tabla de puntuaciones.
Además de perfeccionar las destrezas para desplazar el bote sobre el agua, el Optimist vuelve a los niños más independientes y solidarios. Son ellos quienes arman la vela y alistan su bote.
Antes de saltar al lago, los niños reciben clases teóricas. Los entrenadores les enseñan a leer el viento y les dicen cómo utilizarlo para ir de un sitio a otro. Después son ellos quienes definen su estrategia y la ruta que deben seguir hasta llegar a la meta. Durante una competencia recorren alrededor de 4 millas y siempre llegan cansados.
Este deporte requiere fuerza física, sobre todo en los brazos, abdomen y piernas. Es por eso que se les sugiere fortalecer esas zonas. Eso es lo que hace Enmanuel Jamardo, entrenador argentino, con sus pupilos.
Varios deportistas complementan esa actividad con clases de atletismo y fútbol.
Los niños que inician en la actividad no requieren de bote propio, cuyo precio varía dependiendo de la marca y material. Uno económico cuesta entre USD 1 000 y 1 500.
Guantes
Estos accesorios protegen las manos del frío; además, ayudan a evitar ampollas por la fuerza con la que se navega.
Traje
Es térmico e impermeable. El costo varía dependiendo de la marca y calidad. Vienen en diferentes tallas.
Chompa
Su uso es indispensable para protegerse del viento cuando se navega en lugares con corrientes de aire muy frías.
Chaleco
El uso de esta prenda salvavidas es indispensable durante los entrenamientos y en competencias oficiales.
Botas
Ese calzado es impermeable, es decir que evita el paso del agua. Se las consigue en tiendas especializadas.