El proyecto Mochila Arte busca que niños aprendan de saberes andinos

Diego Olmos (derecha) muestra el material didáctico que contiene la Mochila Arte. Fotos: Modesto Moreta / EL COMERCIO

Diego Olmos (derecha) muestra el material didáctico que contiene la Mochila Arte. Fotos: Modesto Moreta / EL COMERCIO

Diego Olmos (derecha) muestra el material didáctico que contiene la Mochila Arte. Fotos: Modesto Moreta / EL COMERCIO

Los niños ahora pueden aprender mientras pintan recreaciones de mitos y leyendas tradicionales como Cantuña, la Viuda del tamarindo, el Cóndor enamorado o el tsáchila que se convirtió en Sol.

También pueden colorear a personajes de las culturas montuvias y andinas, como el Diablo Huma, Mama Danza, la Mama Negra, las cholas cuencanas, danzantes y decenas de figuras de otras nacionalidades de la Amazonía como cofanes, shuar, achuar y kichwas.

Esta propuesta es impulsada por un grupo de artesanos del cantón Pujilí, en Cotopaxi. Diego Olmos cuenta que este proyecto intercultural se denomina Mochila Arte y se inició hace dos años.

La idea es que los infantes desarrollen sus habilidades a través de la pintura. Además, que conozcan a los personajes de los pueblos indígenas de Tungurahua, Cotopaxi, Pichincha, Manabí y demás pueblos y nacionalidades del país.

Durante tres años recopiló esa información que la obtuvo de los taitas y mamakunas (sabios) de las comunidades. Olmos dice que a través de los mitos y leyendas, los niños también pueden aprender valores y fortalecer sus conocimientos con los cuentos basados en historias de los pueblos ancestrales del país. “Nuestro tra­bajo está enfocado en rescatar lo ancestral para que no se pierda ese conocimiento en las nuevas generaciones”, manifiesta Olmos.

Dice que las leyendas que narraban sus abuelos y padres en su niñez están dentro de lo que contiene la Mochila Arte. Uno de los más conocidos en Cotopaxi es el ‘Cóndor enamorado’.

Esta leyenda narra la historia de un cóndor que se enamoró de una doncella indígena. Para cautivarla robó un poncho de un pastor que vivía en su mismo pueblo y que dormía mientras cuidaba a su rebaño.

El ave se vistió y buscó a la joven. Inmediatamente desplegó sus grandes alas y la condujo a su nido. La mujer, al mirar desde el cielo a las montañas sagradas como el volcán Cotopaxi y el Quilotoa, quedó fascinada y enamorada. Sus padres, desesperados, rescataron a la niña y el ave se quedó triste.

La historia dice que la encerraron en una choza para resguardarla, pero el cóndor la encontró e ingresó por el techado y se la llevó de nuevo al nido. Con finos picotazos arrancó una parte de su piel e hizo que le salieran plumas para convertirse en una hermosa cóndor warmi (hembra).

Olmos explica además que en la mochila del arte viene un kit de pintura con dibujos del Diablo Huma, una cerámica y un conjunto de leyendas indígenas y montuvias. En la actualidad trabaja con los niños de las unidades educativas del cantón Pujilí.

“Lo importante es que son personajes autóctonos de las nacionalidades para pintar y dejar de lado personajes ficticios como Spiderman, Pitufos, Mickey Mouse y más. Esto es algo nuestro, con identidad cultural”.

En cerámica también se pueden encontrar cucas (figuras de papel) de danzantes con la indumentaria compuesta por atuendos blancos que representa la pureza del sacerdote, bandas multicolores, una pechera, un tajadé (tela templada) adornado con espejos, mullos, lentejuelas y bordados a mano con hilos de colores donde sobresale el amarillo, verde, rojo, morado, azul y amarillo.

En el material didáctico también se destacan las aves exóticas del Ecuador como el tucán o los guacamayos. Ahí se explica en dónde habitan, qué comen, cuántos años viven y se destaca que es un ave monógama, es decir, que en toda su vida tiene una pareja y si muere no se unirá a otra nuevamente.

También hay láminas de los grandes pintores del país donde están Guayasamín, Endara, Kingman y de Diego Olmos.

El precursor de este plan recuerda que Pujilí en español significa posada del juguete de barro. Es la quinta generación de artesanos del barro de este cantón de Cotopaxi. Su abuelo Amable fue uno de los pioneros de la juguete. Zoila Quito, turista de Ambato, menciona que es interesante que a través de la pintura se pueda conocer la riqueza cultural del país.

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