El asunto educativo ha sido parte de la propuesta política del Régimen. Los temas de salud y educación se han mostrado como prioritarios pero en 5 años de este período la calidad de la educación y la infraestructura física en muchos casos siguen siendo deplorables, pese a los recursos económicos empleados en el área.
Talvez lo de fondo sería empezar por acabar con la escuela unidocente. No es posible contar con un solo maestro para seis grados. Ningún alumno puede aprovechar su tiempo y seguir una explicación que se interrumpe y comparte con educandos que están en un nivel distinto. Ningún profesor puede enseñar con profundidad y dedicación en esas condiciones.
El otro factor clave es aquel de la infraestructura. Con motivo del inicio del año escolar en la Costa vemos como muchos establecimientos tienen destruidas sus instalaciones y sus caminos de llegada. Anegadas las canchas y hasta las aulas, los techos muestran agujeros y los pupitres están desvencijados.
Hay escuelas sin luz y por supuesto no cuentan siquiera con una computadora. Por allí habría que empezar.
El asunto de la evaluación acaso es indispensable, pero debe aprenderse de la traumática experiencia de la evaluación universitaria, sin duda muy importante. Un proceso de examen a miles de escuelas y colegios debe hacerse con rigor, apoyar cambios para mejorar la calidad y desterrar cualquier fantasma de un eventual cierre de planteles como se ha precisado en un país donde existe déficit de cupos como se evidencia al inicio de cada ciclo escolar.
Que la evaluación conduzca a elevar el nivel de calidad, a mejorar los instrumentos tecnológicos y la infraestructura y nunca a una utilización política del proceso.