Cuatro vehículos históricos de Opel revivieron el Gran Premio de Lyon de 1914, organizado en aquel entonces por el Automóvil Club de Francia (ACF), a inicios de este mes.
La marca llevó tres de los míticos autos que participaron hace 100 años en Lyon, para que recorrieran las calles en las que se realizó la carrera, durante un evento de exhibición de automóviles clásicos abierto a todos los modelos sport y de competición construidos antes de 1956.
Un cuarto bólido, conocido como el ‘Monstruo Verde’, también formó parte de la muestra pese a no haber corrido en la competición en aquel año debido a que no cumplía con los requerimientos que imponía la ACF.
Las reglas eran claras y establecían que los participantes debían tener un motor de 4,5 litros, usar árbol de transmisión en lugar de la habitual cadena y un peso limitado a 1 100 kg, especificaciones que el ‘Monstruo Verde’ sobrepasó.
Para esa cita deportiva, Opel había inscrito tres autos con tecnología de cuatro válvulas por cilindro, distribución vertical y árbol de levas en culata. Disponían de una carrocería en forma de torpedo que les permitía alcanzar los 160 km/h como velocidad máxima.
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Otro de los aspectos que hizo de la prueba de 1914 especial fue el momento que se vivía a escala mundial por la tensión generada antes de la Primera Guerra Mundial.
A pesar de esta situación en Europa, la ACF mantuvo la carrera y un total de 14 fabricantes, representando a seis países, tomaron parte del recorrido de 37,6 km al que había que dar 20 vueltas, prácticamente 750 km entre la salida y la llegada de los pilotos.
Cerca de 300 000 espectadores siguieron de cerca todos los detalles de la carrera desde las tribunas o los bordes de la carretera de este circuito urbano, que en la actualidad se mantiene casi sin modificaciones. Además, se considera que este Gran Premio es el predecesor de la competición automovilística moderna y profesional que existe en la actualidad. Se lo celebró desde 1906, pero con cambios en su ubicación cada año.
A bordo de estos vehículos estuvieron los pilotos: Carl Jörns, Emil Erndtmann y Franz Breckheimer, cada uno de ellos acompañado por un mecánico que supervisaba el estado del automotor. Estos ‘acompañantes’ tenían la función de controlar los indicadores y agujas de la presión del depósito de combustible en caso de que hubiese sido necesario.
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La mecánica de los bólidos era simple aún; por ejemplo las ruedas delanteras no tenían freno, mientras que en la parte trasera los frenos eran de tambor y se activaban con una palanca. El pedal derecho hacía funcionar otro tambor como freno en el árbol de transmisión, el pedal del centro era el acelerador y el embrague estaba al lado izquierdo. Para cambiar las marchas se empleaba una palanca situada junto al asiento.
La carrera, que estuvo llena de emociones, se convirtió en un duelo especial entre Alemania y Francia, con Mercedes y Peugeot-Delage como marcas destacadas. Después de ocho horas de conducción, Jörns terminó su participación en décimo lugar, mientras que el resto de sus compañeros de Opel no lo hicieron. En la actualidad, este Gran Premio dejó de ser una carrera para convertirse en una demostración de autos históricos que se realiza cada año para el disfrute de los amantes al automovilismo. De seguro que estos automotores dejaron una gran impresión en los asistentes.
Fuente: www.elmundo.es