La llegada de la variante diésel del nuevo Tucson simboliza la colocación de la última gran ‘joya de la corona’. La tercera generación de este SUV, en sus distintas variantes, aspira a consolidarse como un referente en ventas de la firma coreana gracias a su inexpugnable desempeño y a la elegancia y sofisticación de su diseño.
El flamante Tucson diésel es una de las principales novedades de Hyundai para el segundo semestre del año en el mercado ecuatoriano.
A pesar de que este utilitario no fue desarrollado para realizar tareas pesadas, debido a su naturaleza, el fabricante le dotó de un motor turboalimentado que sorprende por su rendimiento.
Gracias a la colaboración de Neohyundai, representante oficial de la marca en el país, pudimos conducir esta versión por las calles de la capital.
Estéticamente, el Tucson diésel no difiere de la alternativa de gasolina presentada en diciembre del año pasado.
El gran dilema para el consumidor se centra en saber cómo escoger correctamente entre las opciones de motorización que oferta Hyundai. El propulsor de diésel de 2.0 litros que probamos genera una potencia máxima de 174 caballos y un torque de 402 Nm. Estas cifras en el papel alertan sobre un motor muy fuerte, pero en la práctica las expectativas se superan.
Si bien la variante de gasolina (de 2.0L, que entrega 155 HP y 196 Nm) tiene un buen desempeño, la alternativa de diésel supera su rendimiento, incluso, en las cuestas más empinadas y con su capacidad de carga a tope. Esto se logra gracias a la inclusión de un turbo que se activa a partir de las 1 750 revoluciones por minuto y que impulsa al vehículo fuertemente conforme se presiona el acelerador.
El vehículos cuenta con cinco plazas disponibles para los pasajeros y el conductor. Todas las versiones incluyen cobertor de cajuela.
Debido al comportamiento agresivo del Tucson diésel, los ingenieros que trabajan para el fabricante coreano lo equiparon con un sistema que regula la sensibilidad de la dirección para garantizar al máximo el control sobre el automotor a altas velocidades. Mediante un botón, ubicado junto a la palanca de cambios se puede pasar de un modo de conducción normal a uno deportivo en el volante.
La caja de cambios, manual y de seis velocidades en este caso, fue suave a la hora de pasar las marchas. Durante la prueba de conducción no pasamos de la cuarta y, en contadas ocasiones, de la quinta velocidad, pues no fue necesario y se corría el riesgo de sobrepasar los límites de velocidad sin apenas notarlo.
El Tucson diésel es una buena alternativa para quienes buscan reducir los costos de operación, ya que un tanque lleno de combustible (USD 16, aproximadamente) puede rendir más de 600 kilómetros.
El volante incluye botones de control para gestionar las funciones de intercomunicación y de reproducción del equipo de música.
No obstante, la desventaja radica en el mayor valor de los mantenimientos, pues se sabe que en el caso de los motores de diésel hasta los cambios de aceite resultan más caros. La decisión podría definirse por el gusto o estilo de cada persona a la hora de conducir.