El torero ecuatoriano Mariano Cruz Ordóñez (izq) y los españoles Juan José Padilla (der) y David Fandila “El Fandi” (centro) salieron en hombros en Riobamba después de una faena con motivo de la “Corrida de la Independencia”. EFE
Seis orejas y un rabo se cortaron la tarde y noche del sábado en la ciudad de Riobamba, centro de la Sierra andina ecuatoriana.
Los toreros españoles Juan José Padilla y David Fandila,
El Fandi, que entró por la puerta de la sustitución de José Mari Manzanares, salieron a hombros junto al torero local Mariano Cruz Ordóñez.
Con cerca de tres cuartos de entrada y clima agradable se lidiaron siete toros de los hierros de Campo Bravo y El Pinar, ambos de Luis Fernando García, y procedentes de Baltasar Ibán por la vía de Santa Rosa.
Solterito, número 40 y con 450 kilos en la tabilla, de Campo Bravo, corrido en quinto lugar fue indultado por Cruz Ordóñez.
El segundo de la tarde, de El Pinar, fue aplaudido en el arrastre. Juan José Padilla, oreja con petición de otra, vuelta al ruedo con petición y oreja en el sobrero de regalo.
David Fandila, El Fandi, oreja con petición y oreja. Mariano Cruz Ordóñez, silencio y dos orejas y rabo. El jerezano Padilla se ganó el afecto y la ovación del público durante su primer toro, al que lo recibió con una larga cambiada y verónicas suaves que prendieron el tendido; puso banderillas y en la faena de muleta lució su temple en el que logró demostrar su arte. Una oreja luego de una estocada un tanto tendida pero fulminante.
A su segundo lo recibió con una larga cambiada y después fue al quite, luego de la suerte de varas, con tafalleras y chicuelinas. Con la muleta estuvo entregado con derechazos, muletazos por lo alto y de rodillas, pero no tuvo suerte con la espada, pues pinchó cuatro veces y escuchó dos avisos.
De su lado, Cruz Ordóñez no supo aprovechar al primero de su lote, un toro con mucho temple y bravura, al que le hizo una faena corta con el capote y la muleta, y no logró llevarse orejas.
En su segundo, Solterito, un castaño de 450 kilos de la ganadería Campo Bravo que dejó ver en todo momento su bravura, el ecuatoriano estuvo sobrio y elegante, tanto con el capote como con la muleta, lo que le permitió demostrar los atributos del astado. Indultó a un buen ejemplar y logró ser el triunfador de la noche.