Brady, la estrella, y Butler, el héroe, consagraron a los Patriots

El quarterback Tom Brady de los Patriots de Nueva Inglaterra se prepara para dar un pase frente a los  Seattle Seahawks

El quarterback Tom Brady de los Patriots de Nueva Inglaterra se prepara para dar un pase frente a los Seattle Seahawks

El quarterback Tom Brady de los Patriots de Nueva Inglaterra se prepara para dar un pase frente a los Seattle Seahawks. Foto: Timothy Clark / AFP

Los Patriots de Nueva Inglaterra aseguraron su legado de dinastía del Siglo XXI al ganar la 49 final del Super Bowl de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL), gracias al brazo magistral del mariscal de campo Tom Brady y a la interceptación salvadora del profundo novato Malcolm Butler.

Ambos fueron la combinación que permitió a los Patriots venir de atrás y ganar por 28-24 a los Seahawks de Seattle, en una de las finales más emocionantes y grandiosas que se recuerdan en la historia del Super Bowl, que tuvo como escenario el University of Phoenix Stadium, de Glendale (Arizona), ante 70 288 espectadores.

Brady a sus 37 años se convirtió de nuevo en la gran estrella del equipo que hizo posible la mayor remontada de un Super Bowl en el cuarto periodo (14-24) después de hacer cuatro pases de anotación a compañeros diferentes y llegó a 13 en los partidos de la gran final.

El seguro miembro del Salón tuvo una noche de marcas al ser el primero en completar 37 pases en un partido, incluidos ocho perfectos en el último avance de anotación de los Patriots.

Pero la gran felicidad de Brady, al margen de todas las marcas individuales que superó, fue que se unió a su "ídolo" de infancia, el legendario Joe Montana, al ganar el cuarto anillo de Super Bowl y el tercer premio de Jugador Más Valioso (MVP).

"Todos confiamos en nosotros mismos, tuvimos la mayor fuerza mental y ahí estuvo la clave de la victoria, aunque es cierto que las jugadas claves cayeron de nuestro lado", declaró Brady, que dejó atrás la frustración de haber perdido las finales anteriores del 2008 y 2012. "Pasaron 10 años duros, pero lo conseguimos".

Si Brady fue la estrella y el hombre de las marcas, Butler el que evitó que los Seahawks a falta de 20 segundos para el final hubiesen conseguido la victoria.

Butler, de 24 años, protagonizó la jugada que definió la suerte del partido, visto por 175 millones de estadounidenses, con la interceptación que valió un título y que también se debió a la estrategia del entrenador en jefe Bill Belichick, que creyó en el joven jugador, y lo sacó en la segunda parte.

Belichick, que junto a Brady, son los dos únicos que han disputado seis Super Bowls con un mismo equipo, también se aseguró un puesto en el Salón de la Fama al unirse con cuatro títulos a Chuck Noll, de los Steelers de Pittsburgh, primero en conseguirlo.

Se había dicho que la defensa de los Seahawks seria la que estableciese la diferencia en el marcador final del Super Bowl, y eso fue lo que sucedió.

Los Patriots, en la recta final, lo hicieron mejor que sus rivales, diezmados por varias lesiones importantes que sufrieron durante el partido y otros como esquinero estelar Richard Sherman, sin estar en plenitud de forma.

De nuevo, el axioma que la defensa da títulos, aun en el fútbol americano, donde la espectacularidad está en las acciones ofensivas, permitió a los Patriots llevarse su cuarto trofeo Vince Lombardi.

Aunque tampoco hay que olvidar la gran aportación que hizo en el ataque el receptor abierto Julian Edelman al capturar nueve pases para 109 yardas y una anotación, que sería la del triunfo.

La conexión Brady con Edelman, al igual que la que tuvo con el ala cerrada Rob Gronkowski, en el cuarto periodo, también cambió la historia del partido.

Al final Belichick le ganó el duelo a Pete Carroll, el entrenador en jefe de los Seahawks, que cometió un sólo error en todo el partido, pero fue el que le costó revalidar el título de campeones e iniciar una nueva dinastía.

Nadie sabe todavía porque Carroll decidió que el mariscal de campo Russell Wilson, a una yarda de la línea de protección de los Patriots, con el corredor estelar Marshawn Lynch en el campo, se decidió por el receptor abierto Ricardo Lockette.

"Es mi responsabilidad completa, decidí ese tipo de jugada y nos costó el partido", admitió Carroll. "Hicimos todo bien para ganar el título, bueno, todo menos una cosa...".

Los jugadores de los Seahawks, encabezados por Wilson, admitieron que todos fueron culpables, aunque se piensa que Lockette tendría que haber sido más agresivo tanto al intentar capturar el balón como a la hora de pelearlo con Butler.

Ninguna de las dos cosas se dieron, ni que Lynch fuese el gran protagonista, y los Seahawks perdieron la oportunidad de revalidar el título de campeones e iniciar una nueva dinastía.

Les queda la consolación que ya en el mundo de las apuestas de Las Vegas vuelven a ser los favoritos al título del próximo año, seguidos por los Packers de Green Bay y los Broncos de Denver.

Mientras los Patriots regresaran a Boston, donde les espera el tradicional desfile de los campeones, y ser aclamados por miles de sus seguidores.

Pero en el resto del país, el escándalo de los balones desinflados, que protagonizaron en la final de la Conferencia Americana (AFC) ante los Colts de Indianápolis, volvió a resurgir nada más concluir la gran fiesta del Super Bowl y tanto Brady como Belichick están "señalados".

Belichick reiteró que ya había hablado todo sobre el asunto y el dueño de los Patriots, Robert Kraft, en tono "desafiante" reiteró que el equipo siempre hizo lo correcto y creía en ambos.

A pesar que en el 2007, otro escándalo, esta vez por espiar a los rivales, le costó a Belichick la multa de medio millón de dólares y al equipo la perdida de una primera selección.

Ahora sólo falta conocer el resultado de la investigación abierta por la NFL, que ha prometido hará público, y del que dependerá si el último trofeo Vince Lombardi de los Patriots lleve o no un asterisco.

Como el que dejaron sobre la imagen del Super Bowl y de la NFL los jugadores de ambos equipos cuando en los últimos segundos del partido se agredieron y estropearon lo que había sido otra jornada memorable en el deporte "rey" estadounidense.

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