Sebastián Castella, puerta grande en Pontevedra y en Santa María

El diestro francés Sebastián Castella durante la faena al primero en la corrida de la Feria de la Peregrina de Pontevedra, en la que ha compartido cartel con Enrique Ponce y Daniel Luque, con toros de Alcurrucén. Foto: Salvador Sas/EFE

El diestro francés Sebastián Castella durante la faena al primero en la corrida de la Feria de la Peregrina de Pontevedra, en la que ha compartido cartel con Enrique Ponce y Daniel Luque, con toros de Alcurrucén. Foto: Salvador Sas/EFE

El diestro francés Sebastián Castella durante la faena al primero en la corrida de la Feria de la Peregrina de Pontevedra. Foto: Salvador Sas/EFE

Segunda corrida de Sebastián Castella en agosto, y segunda puerta grande. Tras el triunfo el día anterior en Pontevedra, en esta ocasión fue la de El Puerto de Santa María la que vio triunfar al diestro francés, que cortó una oreja a cada uno de sus toros, solicitando el público la segunda tras la estocada del quinto, que no fue atendida por la Presidencia.

Con más de tres cuartos de entrada se lidiaron toros de Torrealta, bien presentados, de juego desigual. Enrique Ponce, ovación y ovación; Castella, oreja y oreja y Alejandro Talavante, ovación y silencio.

El primer toro del francés apuntó cosas importantes de salida, especialmente en cuando a la prontitud y alegría, lo que le sirvió a Castella para torear muy bien a la verónica y cuajar un ajustado e importante quite por chicuelinas. Brindó al público, comenzando su labor en los medios, con firmeza, para pasarse la embestida por la espalda en un inicio soberbio.

El toro siguió las telas con prontitud pero sin humillar, y muy pronto se vino abajo. Sin embargo, la faena de Castella mantuvo el mismo tono hasta el final, cuando mató de una gran estocada. Cortó el primer trofeo.

El quinto tuvo nobleza, pero muy poca fuerza de salida, por lo que Castella se encargó desde el principio de cuidarlo para que le sirviese en la muleta.

Una vez asentado en el último tercio, la labor de Castella fue despaciosa y muy templada, apurando la nobleza del animal con gusto y torería en todo lo que hizo.

Su labor llegó con fuerza, por lo que tras un pinchazo y una estocada le fue solicitado el segundo trofeo, la oreja que paseó tuvo mucha fuerza y el triunfo en El Puerto fue sólido e importante.

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