En el estudio del domicilio de Verónica Sotomayor aparecen pocas medallas de oro, solo las relevantes. Ella, tras ganar, suele obsequiar la mayoría de preseas a personas vinculadas con el atletismo para que las usen en sus premiaciones.
Entre ese selecto medallero están las cuatro doradas que obtuvo hace cuatro meses en los Juegos Bolivarianos de Perú. También se destaca un cuadro con la foto de su abuelo, Alejandro Malo, quien era seleccionado de tiro olímpico.
Su dormitorio es simple. Un collage de fotos con sus amigos aparece en una de las paredes. En un rincón está la maleta y la raqueta con las que asiste a los entrenamientos. Hay un velador con una portátil, un estante con perfumes, accesorios de belleza, peluches… Sotomayor es una joven sencilla, afectuosa, que no esconde nada. Ella confiesa que a los ocho años de edad vivió uno de los momentos más difíciles de su vida como fue la separación de sus padres: Fernando Sotomayor y Lorena Malo.
Pese a ello, no guarda rencor y la relación es buena con ambos. Vive con su madre y al mediodía comparte el almuerzo con su hermano mayor, Martín Sotomayor (24 años). Este último se independizó.
Verónica se entrenó con su padre, quien ahora vive en Quito, desde los 4 hasta los 10 años. Luego, hasta los 15 años, tuvo como técnico a José Luis Cueva. Después viajó a Stockton, Estados Unidos, para entrenarse con David Ellis.
Su viaje a Stockton (California) no fue por casualidad. Lo hizo porque en Ecuador quedó excluida de la selección nacional. Según su madre, a Verónica se le prohibió practicar otros deportes y se la encontró jugando un cotejo de básquet.
José Luis Cueva, quien en ese entonces era el estratega de la selección nacional, tiene otra versión. “Sin justificación, Verónica faltó más de una semana a las prácticas antes del Mundial del 2007 en Bolivia. Por eso la Federación Ecuatoriana de Rácquetbol decidió separarla”.
El ex-DT aclara que era solo para ese torneo. Luego podía representar al país sin problemas. Pero “nunca más volvió a participar en los selectivos”. Cueva la considera como su amiga y se alegra de sus éxitos.
En Stockton, a los 15 años de edad, ‘Vero’ conoció a la actual número uno del ‘ranking’ mundial, la mexicana Paola Longoria. Con ella compartió habitación y viajó a los diferentes certámenes. Ambas soñaban con ser las mejores del planeta.
Sin embargo, ese sueño quedó en segundo plano cuando se la diagnosticó anorexia nerviosa con compulsión en el ejercicio (pérdida de peso). Ese fue el dictamen del médico Jaime Moreno. Según su madre, “no tuvo una correcta alimentación para recuperar las seis horas diarias de entrenamiento”.
Malo recuerda que, en septiembre del 2008, su hija viajó a prepararse en Stockton con 110 libras. En mayo del 2009 regresó a Cuenca con 88. En ocho meses perdió 22 libras.
Durante su tratamiento y recuperación, Verónica constataba cómo Longoria iba ascendiendo. “Ella y yo nos entrenábamos con varones para mejorar nuestro nivel”.
La enfermedad la asumió como una oportunidad para estar con su madre y así disfrutar su adolescencia y juventud. Además aprovechó para terminar su bachillerato de Químico Biólogo en el colegio Unedid, de forma semipresencial. Hasta el quinto curso estudió en el colegio Rosa de Jesús Cordero.
La mejor racquetbolista del país siempre superó las adversidades. Nació con un peso de 3 libras, a las 27 semanas de gestación. Malo asegura que “era difícil que sobreviviera, pero luchó y sigue luchando”.
Tras superar la enfermedad se dedicó a los estudios, dejando por completo el rácquetbol. Se matriculó en la especialidad de Fisioterapia en la Universidad de Cuenca y sin problemas aprobó los dos primeros años.
Una visita sorpresa de José Francisco Cevallos, ministro del Deporte, trastocó sus planes. En agosto del 2012, el exfutbolista llegó al domicilio de la cinco veces campeona mundial (desde la categoría Sub 10 hasta la Sub 14 años) para saludarla e invitarla a almorzar.
En unos de los restaurantes de Cuenca, tras explicarle que tiene conocimiento de todo lo ocurrido y de las injusticias cometidas, Cevallos le ofreció apoyo y le planteó el retorno a los escenarios. Ella aceptó el reto y dos meses después ya estuvo compitiendo, otra vez, con las mejores del planeta.
Carmen Malo, su tía y exseleccionada nacional de tiro, asegura que la calidad de su sobrina se reflejó en las cuatro medallas de oro que sumó en los Juegos Bolivarianos. “Ella llegó a ser sexta del ‘ranking’ mundial del Tour Profesional. Este año espera ubicarse entre las tres mejores del planeta”.
Su actual entrenador, el mexicano Jaime Maldonado, destaca la disciplina en los procesos de entrenamiento. Trabaja bien en la parte física y “nunca falta a las prácticas”.
Por una lesión, Sotomayor recién arrancó su participación en el Tour Profesional de Rácquetbol. Lo hizo este fin de semana en Miami y la próxima semana estará en California. En esos dos torneos estará con su madre, hasta el 4 de abril.
Sus otros desafíos son subirse al podio en el Panamericano y en el Mundial de Rácquetbol, previstos para abril y junio próximos en Bolivia y Canadá.
Hoja de vida
Verónica Sotomayor nació en Cuenca el 19 de marzo de 1992. A los cuatro años empezó a practicar el rácquetbol.
Fue campeona mundial de rácquetbol desde la categoría Sub 10 hasta la Sub 14, del 2002 al 2006.
Del 11 al 20 de abril competirá en el Panamericano de Santa Cruz, Bolivia. Luego irá al Mundial que será del 25 al 30 de julio en Albuquerque, México.