La tradición está en un segundo plano. Eso es lo que se refleja en esta primera parte del campeonato, en donde clubes como Independiente del Valle, Liga de Loja, Olmedo, la Universidad Católica… están sobre los habituales Barcelona, El Nacional, Liga de Quito, Deportivo Quito… Ese escenario refleja una perspectiva de lo que puede ser el fútbol ecuatoriano en el resto del año. Pero también resalta el esfuerzo que realiza ese grupo de instituciones que avanza, con presupuestos menores, a pasos agigantados. Eso se resume en una sola palabra: organización. Y esta es la que prevalece sobre la desorganización que han mostrado los tradicionales. Aquí la excepción es Emelec, que alcanzó el título del año pasado y que muestra una mejor estructura .
Es cierto que estos equipos tienen presupuestos inferiores, plantillas limitadas y jóvenes, pero ambiciosas en trascender y hacer historia. Y con esa estructura, los técnicos deberán replantearse sus objetivos para mantener ese ritmo hasta el final del campeonato.
Esa evolución es sinónimo de esfuerzo y trabajo. Resalta una comunidad con ambiciones y un proyecto de mejorar las divisiones formativas para sostener el fútbol del país en las próximas décadas.