Emiliano Riofrío se coronó campeón sudamericano y latinoamericano en el 2013. Este año ganó una de bronce en el Panamericano de Cali, una de oro y otra de bronce en los Bolivarianos de Santa Marta. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
En el último año Emiliano Riofrío tuvo que aprender a cocinar, planchar y lavar su ropa. El microtenista guayaquileño, que ganó dos medallas en los Juegos Bolivarianos de Santa Marta, vivió solo en Puerto Rico, donde estudia con una beca deportiva.
Viajó a ese país en octubre del año pasado, luego de que emisarios de la Universidad Metropolitana de San Juan lo reclutaran para reforzar su equipo de tenis de mesa. Juega por ellos en la liga universitaria, donde el año pasado se ubicaron en el tercer puesto.
Riofrío es hijo único y la relación con sus padres es cercana. Su mamá, Marisol, lo acompañaba a todas sus prácticas. Por eso se complicó su adaptación. “Lo más difícil para mí es estar solo”, dijo.
Cuenta que estar lejos de su madre fue un duro obstáculo, principalmente porque ella tuvo un quebranto en su salud, debido a la diabetes.
En octubre de este año viajó de San Juan a Cartagena para participar en el Panamericano de Tenis de Mesa. Allí consiguió una medalla de bronce en dobles, junto a Alberto Miño.
No pudo regresar a Puerto Rico, debido al paso del huracán María. Recuerda que tuvo que quedarse una semana en Panamá esperando que se habilite un vuelo para retornar a su ciudad de residencia, pero al no concretarse su traslado, decidió regresar a Guayaquil.
Sus compañeros le contaron que los primeros pisos del edificio donde vive se inundaron, se perdió la conexión telefónica y no había electricidad. “Por suerte no viví ese episodio y hoy puedo estar en casa con mi familia”, dijo.
Riofrío cursa el primer año de Administración de Empresas. Hasta que se regularice la situación en el país centroamericano, seguirá sus estudios vía online. Él volverá en enero del próximo año.
Mientras está en Guayaquil, el deportista se entrena en el coliseo de tenis de mesa de Fedeguayas. Allí va de lunes a sábado, en jornadas de tres horas. Dice que le gusta disputar partidos con los chicos que se forman en las escuelas.
Eso le recuerda su etapa de aprendiz. Él empezó en esta disciplina cuando tenía nueve años, invitado por un amigo. Entre risas cuenta que no recuerda el apellido de Jordy, el niño de su barrio que lo invitó a jugar por primera vez.
Allí se entrena bajo el mando de Washington Zambrano y Norman Carrillo, quienes perfeccionan su técnica y lo orientan en el campo deportivo y personal. Riofrío suele saludarlos con un abrazo, por la cercanía que tienen.
Carrillo dice que en sus inicios el deportista era un poco indisciplinado y con una personalidad difícil. Sin embargo, con los años “se enderezó”.
Su entrenador ve un gran potencial en él, por los logros alcanzados hasta el momento. Suma campeonatos nacionales, latinoamericanos, bolivarianos y panamericanos. “Puede ser el número uno del país en un período corto”, dijo.
Riofrío sueña con llegar a los Olímpicos de Tokio 2020, por eso se siente motivado con sus últimos dos meses, en los que consiguió una medalla de bronce panamericana y un oro y bronce bolivariano. Todas las preseas fueron jugando en equipo junto a Alberto Miño.
Al momento, el porteño ocupa el puesto 58 en el ‘ranking’ de la Unión Latinoamericana de Tenis de Mesa.