Los parches a la crisis del fútbol
Los desaciertos de los directivos de clubes y de la Federación Ecuatoriana de Fútbol se pusieron en evidencia con la paralización del torneo.
Ellos tuvieron que esperar que los futbolistas condicionaran sus actividades para encontrar una salida a las deudas que arrastran con estos desde años anteriores. Eso es inverosímil, inaudito, aún más porque la FEF no reguló a tiempo cada uno de los errores que iban cometiendo los equipos, sin medir las consecuencias, al permitirle que las deudas se extendieran.
Esos desaciertos no se solucionan con ser intermediarios de los clubes y ayudándoles a pagar deudas de años pasados. Eso es viable, aplicando la ley, sin importar que los sancionados sean equipos populares o de equis región. Esa es la única forma de empezar a tener un campeonato regulado, con más orden, sin compromisos con asociaciones o con proyecciones politiqueras que le han hecho daño a este deporte.
La solución de la huelga es solo un parche provisional porque la estructura del fútbol es frágil. Muchos de ellos se respaldan solo en la personería jurídica y en las marcas populares, pero no en un plan sostenido que pueda darle un vuelco a los apuros económicos permanentes ni administrativos. Lo más paradójico es que las instituciones se han olvidado de los aficionados y lo que hacen, sus directivos, es criticarlos porque no asisten a los estadios.
En esa burbuja, los clubes proporcionan pocos recursos económicos a las divisiones menores, con excepciones de Independiente del Valle, Liga de Quito, Emelec y en menor escala El Nacional.
¿Cuál es la solución? Los clubes y la FEF están en la obligación de ser autocríticos con su estilo de dirigir el fútbol en el país. Es necesario darle un giro al manejo de la organización o de lo contrario la huelga que hicieron los futbolistas se volverá a repetir en los próximos meses; las demandas laborales y también en la FIFA seguirán como la comidilla, sin una regulación local como corresponde.